Gelsomina Verde --Mina para los amigos-- tenía 21 años. Era delgada, llevaba la sonrisa dibujada en los labios y su rostro desaparecía bajo una mata de cabellos pelirrojos. Le dispararon tres balazos en la nuca. Después la quemaron dentro de su Seat 600, comprado con "los ahorros de una vida" para poder estar en muchos sitios a la vez: acompañando a ancianos desvalidos, animando a los niños en los hospitales y corriendo de un lado a otro del barrio.

Mina es la primera mujer que la Camorra, la mafia de Nápoles, ha procesado y matado a sangre fría. Sucedió el pasado día 22, en Secondigliano, en el norte de Nápoles, una de esas ciudades satélite donde los turistas, que pasan camino del sur, nunca paran. Gelsomina es la 113 víctima de una guerra entre clanes rivales que, desde principios de año, luchan por hacerse con el mercado de la cocaína de la ciudad, cuyo valor asciende a 16.000 millones de euros (2,6 billones de pesetas).

Beneficio millonario

Se trata de un imperio económico y criminal controlado por Paolo di Lauro, de 51 años, al que las autoridades apodan el emperador , y sus compinches Ciruzzo, el millonario . Sus beneficios suman unos 500.000 euros al día (83,1 millones de pesetas) y su imperio llega hasta el este de Europa, pasando por España y Montecarlo.

Los 15.000 agentes que el Estado mantiene en Nápoles y cercanías esperan arrestarlo, y sus rivales lo buscan para matarlo. La guerra de Secondigliano es por la sucesión de El emperador , jefe de la Camorra, descrita como una organización de 4.000 afiliados en 20 clanes. La policía italiana no ha dado con él, pero ayer capturó a Antonio Capasso, otro capo de la Camorra, prófugo de la justicia desde el 2002.

Gelsomina tenía un exnovio llamado Vincenzo N. que, con otros jóvenes de la nueva generación criminal y los inmigrantes clandestinos contratados por el crimen organizado, se exasperó el día en que, por su obligada clandestinidad, El emperador delegó la administración de los negocios a su hijo. Y éste cambió las reglas: en lugar de cobrar un porcentaje sobre las ventas de la cocaína, los camorristas tendrían sueldo fijo.

La labor de recabar información y la represión de los carabineros, los sumarios de la magistratura y las confesiones de varios arrepentidos estaban en fase avanzada. "Conseguíamos saber en tiempo real lo que sucedía dentro de la Camorra", dijeron fuentes del Palacio de Justicia napolitano. Pero la desarticulación parcial del clan y las luchas intestinas han provocado la guerra actual que, hasta el día 24, había dejado 115 cadáveres en Nápoles.

Cívica y solidaria

Nápoles y la región autónoma de Campania están administradas por progresistas, desde que los electores decidieran dar carpetazo a los manejos político- mafiosos de la posguerra. "No somos una ciudad monstruo, sino cívica y solidaria", dijo la alcaldesa, Rosa Russo Jervolino. Giandomenico Lepore, fiscal jefe de la ciudad, ha pedido a los ciudadanos que no se callen.

"¿De qué sirve hablar?", señalan los jóvenes de Secondigliano. El 58,4% de ellos está en el paro, según Eurostat. La comisión antimafia del Parlamento estima en 2.500 las personas condenadas a prisión que están en libertad. "Responderemos a los golpes con golpes", prometió el ministro de Interior, Giuseppe Pisanu, mientras la alcaldesa y varios patrocinadores financieros inauguran jardines de infancia que mejoran la vida de los napolitanos.