En una esquina de cualquier zona residencial de México puede de pronto estallar la balacera , el tiroteo. Una película al uso se queda corta ante el cúmulo de matanzas y escenas horripilantes que, in crescendo , perlan la vida diaria de los mexicanos --sobre todo en ciudades de Sinaloa, Chihuahua o Tamaulipas, pero también en lugares paradisiacos como Acapulco o Cancún-- desde que el presidente, Felipe Calderón, declaró, en diciembre del 2006, la guerra al narcotráfico.

Lejos de disminuir, la ola de asesinatos relacionados con el tráfico de drogas arroja cifras escalofriantes: unos 4.000 muertos en este año y medio, de los cuales 400 son policías y militares.