Tras un nuevo enfrentamiento con sicarios del narcotráfico, los soldados mexicanos encontraron ayer los cuerpos de 72 personas, entre ellas 14 mujeres, asesinadas recientemente y enterradas de mala manera en un rancho del estado de Tamaulipas. Un sin papeles de origen ecuatoriano que logró escapar afirmó que los asesinados eran emigrantes indocumentados de Centroamérica y Suramérica que fueron secuestrados por el violento grupo de Los Zetas en su camino a EEUU.

Es el hallazgo más macabro y la muestra atroz de la espiral de violencia de una guerra del narcotráfico que ensangrenta y --como reconoció el presidente, Felipe Calderón-- seguirá ensangrentando el país. Y es la prueba de que las mafias de la droga han diversificado su quehacer criminal con asaltos, secuestros y asesinatos en los territorios que controlan como corredores para el tráfico de drogas, armas y personas. El hombre que dijo ser de origen ecuatoriano llegó herido de bala y en demanda de auxilio a un retén de la Armada, uno de los innumerables controles militares que jalonan las carreteras de México. Siguiendo sus indicaciones, los infantes de marina cercaron por tierra y aire un rancho apartado de la localidad tamaulipeca de San Fernando, a unos 150 kilómetros de la frontera con Tejas.

Recibidos a tiros, los soldados se enfrentaron a un número indeterminado de pistoleros, que acabaron huyendo en distintos vehículos. En la refriega murieron un militar y tres delincuentes. Y hubo un detenido: un menor de edad armado.

En el rancho, a flor de tierra, los soldados encontraron los cadáveres de 58 hombres y 14 mujeres. Y en las bodegas hallaron una veintena de fusiles de asalto, chalecos antibalas, uniformes de camuflaje y camionetas. El testigo explicó que él y los demás emigrantes, provenientes de diferentes países de más al sur, viajaban sin papeles rumbo al río Bravo cuando fueron secuestrados por hombres armados que decían pertenecer a Los Zetas. Les ofrecieron trabajo como sicarios y, como se negaron, los asesinaron a todos. "Creemos que la mayoría son centroamericanos", dijo un funcionario.

Los millares de sin papeles que tratan de cruzar México en trenes, autobuses y a pie desde la frontera de Guatemala a la de Tejas constituyen las víctimas propiciatorias de todo tipo de policías y grupos criminales. En el camino, de miles de kilómetros, muchos de ellos son extorsionados, asaltados, violados, secuestrados e incluso asesinados.

En la ruta oriental del golfo de México, la más directa, el estado norteño de Tamaulipas se ha convertido desde inicios de este año en un lugar sin ley, otro más, como campo de batalla entre el cártel del Golfo y Los Zetas. En junio, los narcos asesinaron a un candidato a gobernador, el crimen político más grave en 16 años. Acostumbrados a una narcoguerra que los desborda, los mexicanos apenas comentaron el hallazgo de "una nueva narcofosa". Y recordaron los 55 cadáveres encontrados en junio en Taxco, en el sureño estado de Guerrero, y los 51 hallados hace un mes en el norteño de Nuevo León, donde la guerra entre los narcos mancha las calles.