Mientras atiende su negocio, Anke Jansen, vendedora de bocadillos de pescado y krabben --cola de gamba-- en Strande, asegura: "En las aguas del mar Báltico se hundió para siempre la coalición rojiverde". "Crean al pueblo, que la voz del pueblo es la voz de Dios", agrega, con la picardía típica de los hanseáticos, esta mujer, que puso en marcha su concurrido chiringuito tras perder su trabajo como cocinera de un barco que hacía la ruta hacia los países escandinavos.

Jansen habla la lengua de los frisones de la costa occidental de Schleswig-Holstein y sus archipiélagos. Opina que "la derrota del SPD en este estado federado es un anticipo de lo que sucederá en Berlín y en el estado de Renania del Norte- Westfalia", donde tendrán lugar las elecciones regionales el próximo 22 de mayo.

En caso de que el Partido Socialdemócrata (SPD) pierda, se irá al diablo la alianza entre el SPD y Los Verdes, y Gerhard Schröder quedará casi anulado políticamente.

"Una sola cosa me causa dolor: que Heidi Simonis haya dejado su cargo. No es santo de mi devoción, pero hasta ahora era la única mujer que había logrado ocupar el cargo de primera ministra de un land en toda la historia", añade.

Traición política

La socialdemócrata Simonis gobernaba desde 1993 en Schleswig-Holstein. Amén de los resultados electorales, su caída obedece a la traición de un diputado socialdemócrata que le negó el apoyo amparado en el secreto del voto. El traidor ha envenenado de nuevo el ambiente en este land , donde los escándalos políticos son moneda corriente. En 1987, el ministro presidente, Uwe Barschel, se vio obligado a dimitir; poco después, su cadáver fue hallado en una bañera del Hotel Beau-Rivage en Ginebra. Aún no se ha podido establecer si Barschel se suicidó o fue asesinado.

La traición y la violencia no son nuevas en Schleswig-Holstein, desde donde recibió un impulso fundamental la revolución alemana de 1918 después del alzamiento de los marinos de Kiel, que constituyó uno de los acontecimientos históricos más significativos de la historia de la socialdemocracia de Alemania. El entonces gobernador de Kiel, Gustav Noske, se sumó entonces al alzamiento para convertirse luego en verdugo de la revolución: él empuñó el revólver que asesinó a Rosa Luxemburgo.

Los socialdemócratas de hoy están lejos de los espartaquistas liderados por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, pero el SPD representa, hoy como ayer, "lo social" y "una política de paz", según Klaus-Dieter Müller. Este dirigente socialdemócrata, y hasta la pasada legislatura diputado del Parlamento de Schleswig-Holstein, asegura que, en esa línea, "Schröder se levantó en el ámbito mundial como un símbolo político en contra de la guerra de Irak".

Müller admite que la derrota política en Schleswig-Holstein "es fulminante para el SPD". Sin embargo, confía en las posibilidades de su partido y del canciller. "Los alemanes saben que no hay otro mejor para el cargo en este momento", sostiene. Está convencido, además, de que la candidata de la oposición, Angela Merkel, no podrá competir con Schröder. "No tiene carisma, no cuenta con apoyo suficiente en su partido, es mujer y viene del Este".

Cree Müller que el SPD ganará por poco a la democristiana CDU en las elecciones federales del 2006, y que, tanto en Schleswig-Holstein como en Berlín el SPD formará "una gran coalición" con los democristianos. "Nuestro país debe asumir tareas refundacionales", dice. ¿Y qué será de sus actuales socios, Los Verdes? "¡Qué se vayan a la oposición, les hará bien!", dice.

La alcaldesa rebelde

Las palabras de Müller ponen en evidencia lo que muchos socialdemócratas piensan y no dicen: que Los Verdes se benefician del trabajo del SPD, pero con su crítica dañan a la socialdemocracia y torpedean el trabajo del Gobierno.

Los democristianos de Schleswig-Holstein apuestan a favor de una gran coalición con el SPD. Pero no todos. Es el caso de la alcaldesa de Kiel, Angelika Volkvartz. "El 62% de los ciudadanos desean una coalición, pero yo creo que eso bloqueará el trabajo político. Lo que hay que hacer es convocar nuevas elecciones".

En contra de la opinión de su partido, Wolkwartz considera que los resultados en el estado de Schleswig-Holstein "marcan una tendencia", pero dice que es un error pensar que caerá el Gobierno de Schröder. "Eso se definirá en Renania del Norte- Westfalia". Es el único y último estado federado alemán gobernado por una coalición rojiverde, y es la última alianza del SPD y Los Verdes que todavía se mantiene en pie.