A medida que crece el vendaval contra la guerra, aumenta el nerviosismo del Gobierno. No se explica si no la salida de pata de banco de Rajoy al acusar al amordazado y apaleado adolescente que gritó contra la guerra de violentar la libertad de expresión del presidente. Tampoco se explica la actuación del presidente en la sesión de control, que en lugar de responder qué haría si el Consejo de Seguridad no dictamina a su favor, le espetaba a Zapatero que es él quien cambia de opinión de un día para otro, callándose las veces que él ha variado sus posiciones a compás de las variaciones de Bush .La gente ha perdido el miedo y cada día lo vemos: protestas ciudadanas de quienes nunca protestaban, abucheos a ministros que no solían ser abucheados (ayer,

Trillo) y desplantes de todo tipo de personas, no sólo artistas. Eso es lo que pasa hoy en España y nada les digo de lo que puede pasar de aquí al 15-F y en la propia jornada de protesta popular contra la guerra.