El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y su familia han acudido a primera hora del martes a depositar su voto en el marco de los comicios legislativos que se celebran en el país y ha dicho que "pese a no ser un día lluvioso, espero que haya una lluvia de votos" para su coalición, Likud-Israel Beiteinu.

"Likud-Beitenu representa a toda la nación. Cuanto más fuerte sea la coalición, más fácil será liderar Israel con éxito", ha manifestado Netanyahu tras depositar su papeleta en un colegio electoral de Jerusalén, según ha informado el diario israelí 'Haaretz'.

La coalición que encabeza el primer ministro concurre como clara favorita, aunque, según las encuestas no logrará una mayoría suficiente para gobernar en solitario y tendrá que elegir entre pactar con los partidos de centro e izquierda o con la derecha ultraortodoxa.

Las elecciones fueron convocadas de forma anticipada por el propio Netanyahu después de que su Gobierno no lograra el apoyo suficiente en la Knesset (Parlamento israelí) para sacar adelante los presupuestos de 2013. La principal novedad de esta cita electoral es la coalición del partido de Netanyahu, el Likud, y el otro gran partido de la derecha israelí, Israel Beiteinu, del polémico Avigdor Lieberman.

Ambas formaciones han logrado articular una sólida alianza desde que Netanyahu llegó al poder, en 2009, con el apoyo de otros partidos de la ultraderecha. Precisamente estos partidos --Shas, Judaísmo Unido de la Torá, Otzma LeYisrael, Am Shalem y la coalición Hogar Judío (Bayit Yehudi)-- serían los que más diputados ganarían.

La gran sorpresa sería la irrupción de Hogar Judío, liderada por el antiguo miembro del Likud Naftali Bennett, que se marchó del partido gobernante tras criticar el alto el fuego tácito con las milicias palestinas de la Franja de Gaza. Esta coalición obtendría, según las encuestas, 14 de los 120 escaños de la Knesset, con votos arrebatados principalmente al Likud.

La coalición de Netanyahu podría lograr unos 34 asientos, siete menos de los que lograron en los comicios de 2009 el Likud e Israel Beiteinu por separado, lastrados por el proceso judicial abierto contra el líder de este último partido, Lieberman, por un delito de abuso de confianza.

Izquierda dividida y nuevos partidos de centro

La segunda fuerza política de la nueva Knesset podría ser un renovado Partido Laborista de Shelly Yachimovich, que obtendría en torno a 16 escaños.

Los laboristas, uno de los partidos históricos de Israel, han centrado su programa en los aspectos más sociales como vivienda, educación o sanidad y han dado por cerrada la crisis abierta tras la fuga de dirigentes al partido Kadima, de centro. Sin embargo, Yachimovich ha fracasado en su intento de forjar una coalición de izquierda con posibilidades reales de hacer frente a Netanyahu.

El centrista Kadima, liderado por Shaul Mofaz, sería uno de los grandes perdedores, ya que los sondeos apuntan a que apenas lograría el mínimo necesario para entrar en el Parlamento. Más a la izquierda podrían situarse partidos como el Meretz y los partidos con representación árabe como Hadash, Lista Árabe Unida-Taal o Balad.

Además, a esta cita electoral concurren varios partidos de nueva creación, como el creado por la antigua dirigente del Partido Laborista y de Kadima Tzipi Livni, denominado Hatnuah (Movimiento), que obtendría en torno a diez escaños según los sondeos. En torno a esa misma cifra se movería Yesh Atid, la formación liderada por el presentador de televisión Yair Lapid, que se proclama centrista.

La aritmética parlamentaria garantiza a Netanyahu la formación de gobierno, pero tendrá que optar entre apoyarse en los partidos de extrema derecha, más afines al propio Likud, que también ha virado a la derecha, o dar un tono más moderado tendiendo la mano a los centristas y progresistas. En total, la derecha sumaría 63 diputados, frente a los 57 de las formaciones de centro e izquierda.

La decisión tendrá probablemente consecuencias en política exterior, ya que la derecha es más hostil a las concesiones a los palestinos para la culminación de un proceso de paz que conduzca a la formación de dos estados separados. En cuanto a Irán, la derecha respaldaría las continuas amenazas de ataque israelí contra las instalaciones nucleares de la República Islámica que ha lanzado continuamente el propio Netanyahu.

En cambio, una coalición con el centro y la izquierda facilitaría las relaciones con el aliado tradicional de Israel, Estados Unidos, y permitiría al nuevo gobierno centrarse más en las políticas internas del país.