Mientras el Comité Electoral seguía escrutando durante horas los votos emitidos este martes en las elecciones generales de Israel, los líderes políticos se apresuraban a hacer llamadas telefónicas, contactos y reuniones, aún sin saber cuáles serían los resultados definitivos y sin que el presidente del país, Reuven Rivlin, hubiera encargado gobierno a ningún candidato.El recuento de votos mostró durante buena parte del día un empate técnico entre el Likud, partido líder de la derecha, encabezado por el primer ministro, Binyamin Netanyahu, y la coalición Azul y Blanco, liderada por el exgeneral Benny Gantz.

A mediodía, los resultados ya se decantaban a favor de Gantz, que al final de la jornada, con el 95% de los votos escrutados, superaba a Netanyahu por 33 a 32 escaños. Ninguna de las dos formaciones suma con sus socios naturales los 61 escaños necesarios para tener mayoría en la Kneset (Parlamento), de 120 diputados.Bibi -diminutivo de Binyamin- y sus aliados religiosos y de extrema derecha obtendrían 56 escaños, y Gantz y los partidos de centro izquierda más los árabes, también lograrían 56.

El líder de Azul y Blanco no lo tendría muy fácil para obtener el apoyo de la Lista Conjunta árabe, con 12 escaños, que anunció que solo se lo daría si acepta condiciones como derogar la ley básica del Estadonación judío y comprometerse a avalar un Estado palestino en las fronteras del 67 con Jerusalén este como capital.

Quien podría ser clave para decidir el futuro gobierno de Israel es el exministro de Defensa Avigdor Lieberman, cuya formación, la ultraderechista secular Israel Nuestra Casa, habría obtenido 9 escaños y que apostó durante la campaña por un Gobierno de unidad de fuerzas seculares integrado por su partido, el Likud, y Azul y Blanco. Pero Lieberman ha puesto condiciones: que haya matrimonio civil en Israel, transporte y comercios abiertos en Shabat y que se reclute a los ultraortodoxos para el ejército.

El gobierno de unidad es lo que busca también Gantz, consciente de que el apoyo árabe es una quimera, aunque ha asegurado que tiene intención de dialogar con todas las fuerzas y ya ha llamado a los árabes. Netanyahu, que ve peligrar una poltrona que lleva diez años conservando y que necesita para intentar eludir a la justicia en tres casos de corrupción, ya ha pactado con los partidos a su derecha y religiosos un bloque común. Su intención es presentarse como una sola fuerza ante Rivlin, que tiene que encargarle a uno de los candidatos la misión de formar gobierno.