Con la cara cubierta de una pomada antibiótica y postrada aún en una cama de hospital, Shamsia, de 17 años, ha asegurado que volverá a la escuela aunque le cueste la vida. Es la joven afgana que resultó herida más grave el pasado miércoles cuando dos atacantes asaltaron a un grupo de 13 estudiantes y les lanzaron ácido a la cara en Kandahar. La agresión, que no ha sido reivindicada, lleva el sello de activistas talibanes, contrarios a la escolarización de las mujeres afganas.

"No dejaré de estudiar aunque me maten", sentenció la joven. "No voy a dejar de ir al instituto", añadió Shamsia, que se recupera de las graves quemaduras en un ojo. Su principal argumento es que solo a través de la educación puede ayudar a su país: "Seguiré yendo a clase, seguiré estudiando para construir nuestro país". "Estos ataques, --añadió-- no pueden paralizar la educación en Afganistán, sobre todo de las chicas".

Los hechos, que han consternado al país, contaron con la condena expresa del presidente, Hamid Karzai, que describió a los autores como "enemigos de Afganistán". En lo que va de año, 115 colegios han sido incendiados y 120 profesionales vinculados a la docencia, asesinados.