Para Richard Nixon no sirve la máxima de que el tiempo todo lo cura. Al contrario. La imagen del expresidente de EEUU, forzado a dimitir por el escándalo del Watergate, empeora, especialmente en jornadas como la del viernes, cuando su biblioteca presidencial en Yorba Linda (California) hizo públicas 265 horas más de grabaciones realizadas en el Despacho Oval en las que se delatan el racismo y el antisemitismo del mandatario y cómo afectó a su política.

En las últimas cintas publicadas --parte del material obtenido por un sistema secreto de grabaciones que el propio Nixon ordenó instalar y que dejó de funcionar en julio de 1973-- está registrada, por ejemplo, una demoledora conversación del 1 de marzo de 1973 que tuvo con su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger, tras una visita de la primera ministra de Israel, Golda Meir.

Después de que Meir abandonara el Despacho Oval, donde pidió que Washington presionara a la Unión Soviética para que permitiera emigrar a judíos perseguidos, Kissinger (que es judío) dijo: "No es un objetivo de la política exterior de EEUU. Y si ponen a los judíos en cámaras de gas en la Unión Soviética no es una preocupación de EEUU. Quizá una preocupación humanitaria". La respuesta de Nixon no fue menos chocante. "Lo sé. No podemos hacer saltar por los aires todo el mundo por eso".

Las cintas recogen otros muchos comentarios racistas. En una conversación con un asesor el 13 de febrero de 1973 niega tener prejuicios. "Simplemente digo que todos los pueblos tienen rasgos específicos. Por ejemplo, los irlandeses no pueden beber. Prácticamente todos los que he conocido se ponen agresivos cuando beben, en particular los verdaderos irlandeses. Los italianos no tienen bien atornillada la cabeza, son gente maravillosa, pero...".

Personalidad agresiva

Y luego vuelve a los judíos: "Tienen una personalidad agresiva, áspera y detestable". En otra cinta habla despectivamente de judíos de su administración como Kissinger. "La mayoría son inseguros y por eso tienen que demostrar cosas".

No sale bien parado tampoco Nixon al hablar de los negros. En una conversación con su secretaria personal, Rose Mary Woods, el presidente se muestra escéptico ante la visión positiva de su secretario de Estado, William Rogers, sobre la población negra. "Dice que están progresando y que reforzarán el país al final porque son físicamente fuertes y algunos son inteligentes. Lo que creo es que tiene razón si habla en plazos de los próximos 500 años, pero equivocado si habla de 50 años".