Karsten Tates, el hombre que intentó atentar contra la familia real holandesa, era "una persona normal y corriente", declaró ayer el alcalde de Huissen, el pueblo donde residía Tates desde hace dos años. "No era un ser solitario o extraño que viviese con las cortinas cerradas", añadió.

El hombre había perdido hace meses su trabajo en una empresa de seguridad y estaba previsto que ayer entregara las llaves de su piso, porque no lo podía pagar. Su familia pidió tranquilidad para poder digerir lo ocurrido.