"Ven aquí, Diego, dile algo a este pueblo". El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, apenas había iniciado su larguísimo discurso ante las casi 40.000 personas que poblaban el estadio de fútbol de Mar del Plata cuando le pidió al exjugador argentino que se acercara al micrófono. Maradona dejó el asiento con displicencia y fue a su lado a lanzar su arenga: "Echemos a Bush", dijo. De las tribunas llovieron los aplausos y los gritos de guerra. La insólita pareja sonrió, complacida.

Chávez y Maradona se convirtieron en los emblemas de la "contracumbre" que se realizó en esta ciudad para oponerse a la reunión de los 34 presidentes y jefes de gobiernos que deliberaron en el Hotel Hermitage.

"Le arrancaría la cabeza"

El Diez llegó a Mar del Plata como pasajero del llamado Tren del alba . Lo acompañaron unas 150 personas, entre ellas el líder cocalero de Bolivia, Evo Morales, y el cineasta serbio Emir Kusturica. Encontró una ciudad blindada. Hasta el cementerio había sido cerrado por razones de seguridad. Había tantos policías que el mismo George Bush se vio ante la prensa obligado a hacer un lacónico comentario. "No es fácil ser anfitrión mío".

Maradona recurrió a su imaginación futbolística para referirse a Bush. Si lo tuviera bajo un arco, "le arrancaría la cabeza de un pelotazo". El astro estaba en la otra punta de la ciudad cuando Bush pasó por la avenida de Peralta Ramos con su interminable escolta. Pero debió de escuchar el ulular de las sirenas mientras iba rumbo al estadio de fútbol a sentarse junto a Chávez.

"Fidel Castro está aquí con nosotros", anunció a las tribunas el presidente venezolano como un predicador. Y Maradona pareció responderle con un "amén". "Viva el Che", dijo después. Y "el Diego" le correspondió en el sentimiento. Para Chávez, cada uno de los que se encontraban en el estadio había traído una pala imaginaria. "Aquí está la tumba del Area de Libre Comercio de las Américas ALCA, enterrada bien hondo", aseguró, sobre el proyecto de crear la zona que en la década de los 90 impulsó el primero de los Bush presidentes y ahora el hijo busca completar con más de un escollo. "Vamos a decirlo, ALCA, ALCA, al carajo", completó Chávez. "Un minuto de silencio para el ALCA, que está muerto", respondió, entre saltos, la multitud. Maradona también saltó. Y Chávez, para no ser menos, imitó el gesto.

"No temáis al imperio, los pueblos estamos en condiciones de derrotarlo", sentenció, luego de la exigencia aeróbica. Y llamó a los presentes a construir un camino político alternativo para la región. "Hay que parir el socialismo del siglo XXI", dijo. Por primera vez, Maradona se hizo el distraído. No pensaba ir tan lejos con sus heterodoxas adhesiones. En la tarde del jueves incluso había apoyado al presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, reciente ganador de las elecciones legislativas en Buenos Aires por una coalición de derecha.

El acto de la contracumbre concluyó entre alabanzas y llamadas a luchar contra el hambre y el analfabetismo.