El misterioso asesinato del exespía ruso, Aleksandr Litvinenko, que murió envenenado con una alta dosis de polonio- 210 el 23 de noviembre en Londres, ha demostrado que incluso 20 años después del final de la guerra fría Le Carré podrá seguir escribiendo sobre los escenarios del mundo del espionaje. Los personajes de un clásico thriller político han resucitado en el caso Litvinenko, que cada día amenaza con cobrar más víctimas.

LA VÍCTIMA

Un espía ‘arrepentido’ de los servicios secretos

El exagente del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) Aleksandr Litvinenko huyó de Moscú a Londres después de haber afirmado, en el año 1998, que había recibido la orden de asesinar al magnate mediático Boris Berezovski, a lo cual se había negado.

La denuncia clave de Litvinenko que pudo haberle costado la vida llegó dos años más tarde, cuando este acusó en Londres a los servicios secretos rusos de haber volado dos edificios de viviendas en Moscú en el año 1999. Según Litvinenko, estos atentados fueron atribuidos por el Kremlin a terroristas chechenos para justificar el inicio de la segunda guerra de Chechenia. Gracias a la invasión rusa, el apoyo al entonces desconocido candidato presidencial Vladimir Putin subió como la espuma. Así, en el 2000, Putin ganó las elecciones presidenciales.

En el año 2001, en Nueva York apareció el libro de Litvinenko El FSB dinamita Rusia , cuyo argumento sirvió de base para el guión de la película francesa Atentado contra Rusia . A pesar de que el Kremlin ha desmentido como "absurdas" las acusaciones de Litvinenko, varios antiguos colegas del exagente ruso le venían avisando de que tenía los días contados.

LOS COMPAÑEROS

De testigos caves a sospechosos del crimen

El exagente del FSB Dmitri Kovtun, que actualmente es un hombre de negocios, y otro empresario y exespía ruso, Andrei Lugovoi, se reunieron con Litvinenko en el bar del hotel Millenium de Londres el 1 de noviembre, horas antes de que este último fuera ingresado. Este almuerzo para "hablar de los negocios" les ha costado caro. Según Scotland Yard, fue en una de las habitaciones del hotel donde el asesino preparó un "cóctel mortal" que silenció a Litvinenko. Ambos permanecen hospitalizados con síntomas de envenenamiento con material radiactivo. Ambos dejaron huellas de polonio-210 en los aviones de British Airways presuntamente a su vuelta a Moscú.

Tanto Lugovoi como Kovtun están en calidad de testigos clave del caso en la lista de cinco personas cuyas declaraciones quieren obtener los detectives de Scotland Yard que se encuentran en Moscú. Sin embargo, la cadena ABC apuntó el miércoles a Lugovoi como al "principal sospechoso" del caso, citando a un alto cargo británico.

LA MANO NEGRA

El poder o un oligarca de los 90 caído en desgracia

Mientras Occidente busca pruebas de que detrás de la muerte de Litvinenko están los servicios secretos rusos, políticos próximos al Kremlin han acusado a Berezovski de organizar el envenenamiento para "desestabilizar" a Rusia. Según una de las versiones, el asesinato de Litvinenko pudo haber sido obra de la organización llamada Chest i Dostoinstvo (Honor y Dignidad) que agrupa a 3.000 antiguos agentes de los servicios secretos rusos, que había condenado al "traidor" ya en el 2002.

Berezovski, bestia negra del Kremlin, que manipuló hasta 1999 al primer presidente ruso, Boris Yeltsin, financió la huida de Litvinenko en el 2000 y lo tomó bajo su protección cuando logró el estatus de exiliado político en Gran Bretaña en el 2002. El oligarca ha estado detrás de la elección de Putin como presidente en el 2000, pero perdió su influencia tras haber intentado controlar al nuevo jefe del Kremlin. Varios veteranos del KGB dicen que Berezovski pudo haber utilizado sus vínculos chechenos para llevar a cabo el envenenamiento. Según la prensa rusa, Berezovski ha tenido amplios contactos con las mafias chechenas desde los 90.

LOS INTRIGANTES

Dos hombres de negocios próximos al presidente

El número dos del Gobierno liberal ruso de los 90, Anatoli Chubais, no dudó en afirmar que la intoxicación del exespía y del exprimer ministro Egor Gaidar, que cayó enfermo en Dublín el pasado 24 de noviembre, pudieron haber sido parte de un complot contra el Kremlin organizado por los "interesados en un cambio inconstitucional del poder en Rusia", en referencia a Berezovski. Chubais tiene cuentas pendientes con Berezovski desde los 90, cuando lucharon a sangre y fuego por la influencia sobre Yeltsin.

En realidad, existe una relación muy particular entre Gaidar y el caso Litvinenko y es que Lugovoi, en los 90, fue guardaespaldas de Gaidar. Pero el propio Gaidar no comenta la posible implicación de Lugovoi en su envenenamiento.

Otro posible intrigante contra Berezovski es el oligarca ruso Román Abramovich, que también vive en Londres. En los 90, Abramovich era un protegido de Berezovski, pero en el 2000 rompió con él para seguir junto al Kremlin.