La nueva Comisión Europea fue aprobada ayer por el Parlamento de la UE y ha comenzado su andadura con la superación de la crisis económica y el mantenimiento de la cohesión social como principales objetivos. A pesar de las dudas suscitadas sobre la capacidad y adecuación para el cargo de algunos de sus miembros, la Eurocámara ratificó el nuevo Ejecutivo comunitario después de que su presidente, el conservador portugués José Manuel Durao Barroso, aceptara las exigencias de los eurodiputados.

La aprobación definitiva de la nueva Comisión pone fin a un excesivo periodo de provisionalidad y debilidad política, con un equipo cesante prorrogado durante más de tres meses a causa del retraso en la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y el fallido nombramiento de la primera comisaria búlgara.

CONCESIONES Barroso se comprometió a impulsar la legislación europea que proponga la Eurocámara, a forzar la dimisión de un comisario que pierda la confianza de los eurodiputados, a someter a control parlamentario regular la gestión de todos los comisarios (incluida la ministra de Exteriores, Catherine Ashton), a asegurar la participación de la Eurocámara en la designación de los futuros embajadores y enviados especiales de la UE, y a vincular a la Eurocámara en cada etapa de las negociaciones de los acuerdos.

La Eurocámara precisamente aprobó primero ese nuevo acuerdo-marco que regulará los compromisos del nuevo Ejecutivo comunitario con la institución antes de ratificar el nombramiento del nuevo equipo de comisarios de Barroso. "Este es el amanecer de una nueva década, con una nueva forma de trabajar para las instituciones europeas", destacó satisfecho el presidente de la Eurocámara, Jerzy Buzek.

La nueva Comisión Europea obtuvo 488 votos a favor, 137 en contra y 72 abstenciones. Los grupos popular, socialista y liberal respaldaron el nombramiento del segundo Ejecutivo de Barroso, mientras que los socialistas franceses, los verdes, izquierda unitaria y los eurófobos votaron en contra. El grupo conservador euroescéptico se abstuvo.

Barroso subrayó que había logrado "una mayoría más fuerte que hace cinco años", lo que le confería "una legitimidad democrática clara". Barroso también quiso contrarrestar la imagen de pasividad de su primer mandato e intento mostrarse emprendedor y enérgico.

La crisis económica, el paro, el cambio climático y la seguridad energética requieren "audacia", afirmó Barroso. "Los retos urgentes requieren acciones urgentes y mi equipo está preparado", añadió, prometiendo "medidas a corto plazo para colocar a Europa de nuevo en marcha", impulsar el crecimiento y la creación de empleo.

Barroso, sin embargo, solo obtuvo un respaldo total de su grupo político, el Partido Popular Europeo. Tanto socialistas como liberales expresaron un apoyo "condicional" a la nueva Comisión y lamentaron que no todos los comisarios hubieran demostrado estar preparados para asumir sus responsabilidades.

El líder del grupo socialista, Martin Schulz, indicó que esperaba ver resultados con rapidez y que las medidas propuestas tengan en cuenta la cohesión social. El líder de los liberales, Guy Verhosftadt, exigió que la nueva Comisión Europea funcione de manera mucho más coordinada que la anterior y que actúe con liderazgo y decisión.