Los cuatro terroristas suicidas del 7-J --Germaine Lindsay, Mohammed Sidique Khan, Shehzad Tanweer y Hasib Hussain-- se llevaron a la tumba los secretos sobre el atentado más sangriento de toda la historia de Gran Bretaña.

Un año entero de investigación sobre los atentados de Londres aportó muy pocas pruebas. Solo se supo con seguridad que los cuatro terroristas eran jóvenes británicos y musulmanes que llevaban vidas en apariencia normales, tres eran de origen paquistaní y el cuarto era un converso al islam de origen jamaicano, el plan costó 8.000 libras (unos 11.750 euros), y emplearon explosivos rudimentarios de fabricación casera.

Pero poco más se descubrió sobre la trama que gestó aquellos ataques. Ninguna de las dos investigaciones oficiales publicadas desde entonces aportó más información. No se pudo demostrar la participación de Al Qaeda y, de momento, nadie ha sido procesado por colaborar con los terroristas que perpetraron el ataque.

Preguntas clave

En el aire quedaron algunas preguntas clave: ¿Por qué había explosivos en uno de los coches que los terroristas abandonaron en un aparcamiento? ¿Por qué los cuatro jóvenes compraron billetes de tren de ida y vuelta si sabían que iban a morir? o ¿Cómo consiguió la red Al Qaeda los vídeos con los mensajes en los que dos de los terroristas reivindicaban el atentado?

Además, sigue sin saberse quién radicalizó a los cuatro jóvenes y sobre todo quién les animó a tomar parte en el primer atentado suicida llevado a cabo en Europa occidental. Y eso que Scotland Yard ha revisado 29.500 pruebas y 60.000 horas de grabación de cámaras de seguridad, ha tomado declaración a 13.353 testigos entre supervivientes del ataque y conocidos de los terroristas, y detectives británicos han viajado a una veintena de países e interrogado a miles de personas.

El informe oficial, elaborado por un comité parlamentario, aseguraba que actuaron solos. Se reconoce que dos de los implicados, Mohamed Sidique Khan y Shehzad Tanweer, viajaron a Pakistán para contactar con grupos extremistas y asistir a campos de entrenamiento.

Hasta el jueves pasado, eso era todo. Sin embargo, esos agujeros negros han empezado a llenarse gracias a los resultados de la investigación sobre los radicales que pretendían perpetrar el atentado abortado el pasado jueves contra 10 aviones con destino a Estados Unidos.

Las primeras investigaciones sobre ese ataque frustrado han encontrado indicios de que al menos uno de los 24 detenidos coincidió en el 2005 con dos de los autores del 7-J, Sidique y Tanweer, en la escuela coránica Markaz Taiba, en Pakistán. De confirmarse, este dato establecería la conexión de los autores del 7-J con la trama de Al Qaeda. Además, fuentes del Ministerio de Interior sospechan que entre los detenidos por el complot terrorista de los aviones se encuentra el líder de Al Qaeda en el Reino Unido, que habría organizado el 7-J, además de, al menos, otros cuatro atentados frustrados por la policía londinense.

Esa conexión de los detenidos el pasado jueves con los grupos terroristas paquistanís y con Al Qaeda queda más clara conforme avanza la investigación. El británico Rashid Rauf, cuya detención en Pakistán permitió conocer la preparación del atentado, estaba vinculado a Jaish e Mohamed (El Ejército de Mahoma), un grupo terrorista paquistaní implicado en numerosos atentados contra la presencia india en la región de Cachemira.

Ese vínculo se estableció a partir de un matrimonio, pues Rauf estaba casado con una cuñada del líder del Ejército de Mahoma, Masood Azhar. Además, según las autoridades paquistanís, Rauf utilizó a una rama disidente del Ejército de Mahoma, conocida como Jamaat Ul Furqan, para entrar en contacto con la red de Al Qaeda para preparar el atentado.

Callejón sin salida

Sin embargo, si del 7-J empieza a arrojarse alguna luz, la investigación que sigue en un callejón sin salida es la del 21-J, cuando otros cuatro jóvenes intentaron atentar contra la red de transportes de Londres pero les fallaron los detonadores. Aunque los cuatro responsables fueron detenidos, un año después no se ha conseguido encontrar ningún vinculo entre los dos ataques.