Los neoyorquinos han dado un giro al timón de la ciudad tras 20 años de mandato conservador y gobiernos enfocados en los negocios. Bill de Blasio ha sido elegido esta madrugada alcalde de Nueva York en una contundente victoria sobre el republicano Joseph Lhota. Y con él llega al ayuntamiento de la Gran Manzana una agenda marcadamente progresista, que tiene establecida como prioridad la lucha contra la creciente desigualdad económica y social y que promete convertir a Nueva York en un laboratorio estudiado con atención.

"Compatriotas neoyorquinos; habéis hablado alto y claro a favor de una nueva dirección para la ciudad", ha dicho un radiante De Blasio en la fiesta de la victoria en Park Slope, su barrio de Brooklyn, rodeado por su esposa y sus dos hijos, una familia birracial que ha sido fundamental al establecer sus credenciales como representante de la clase media y de la diversidad de Nueva York. "La gente de la ciudad ha elegido una vía progresista y hoy empezamos a recorrerla, juntos", ha subrayado el nuevo alcalde.

Idealista y pragmático

De Blasio fue activista de izquierdas en su juventud, es tan idealista como pragmático y está curtido en 16 años de experiencia en política. Empezó la carrera hacia la alcaldía desde el cargo de defensor del pueblo y a principios de verano no figuraba entre los favoritos a suceder a Michael Bloomberg. Pero su mensaje denunciando la división rampante entre ricos y pobres empezó a calar en una población hastiada del estilo y las políticas de Bloomberg. Bajo los tres mandatos del republicano convertido en independiente se ha asentado la transformación de Nueva York en una ciudad segura y limpia y se ha mantenido el crecimiento económico y de construcción, pero se ha acentuado la brecha entre ricos y pobres. Casi el 46% de los neoyorquinos viven hoy bajo el índice de pobreza o escasamente por encima de él.

De Blasio también ha denunciado tácticas policiales que los tribunales han acusado de racistas, ha anunciado que pondrá el foco en temas como el acceso a ayudas sociales y ha prometido la construcción o mantenimiento de 200.000 viviendas de protección oficial. Otra de sus propuestas de campaña, para la que necesitará la aprobación de la legislatura estatal, es subir los impuestos a las rentas de más de medio millón de dólares para financiar con lo recaudado guarderías públicas y programas extraescolares.