Desafiando temperaturas heladas, los neoyorquinos trataron ayer de acudir al trabajo y ejercer sus actividades diarias sin disponer de transporte público por segundo día consecutivo. Mientras, el ayuntamiento presionaba a los 34.000 huelguistas para que vuelvan a trabajar, urgido como está de frenar cuanto antes la sangría de 400 millones de dólares (338 millones de euros) que cuesta cada día de huelga a los servicios municipales, 20 veces más que lo que le hubiera costado satisfacer las demandas sindicales en tres años.

La enorme red de autobuses y metro, que sirve a más de siete millones de usuarios cada día, siguió paralizada por el paro. Los tres periódicos de la ciudad culparon a los sindicatos del transporte de hacer una huelga "que puede devastar la economía neoyorquina e incontables vidas", como recalcó The New York Times .

La Casa Blanca urgió a los sindicatos y a la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus iniciales en inglés) a llegar a un acuerdo. "Esperamos que las dos partes resuelvan sus diferencias para que los neoyorquinos puedan llevar a cabo sus actividades", apuntó el portavoz presidencial, Scott McClellan.

Los más angustiados son los comerciantes, que llevan a cabo el 20% de sus ventas anuales en temporada navideña. En esta ocasión, ese objetivo puede ser torpedeado por la huelga, que priva a las tiendas de gran parte de su personal y desalienta a muchos compradores.

El abogado del Ayuntamiento de Nueva York Michael Cardozo tenía previsto pedir a un juez una orden temporal que obligue a los sindicatos a suspender la huelga so pena de que se les impongan cuantiosas multas.

POR LAS PENSIONES "Si no fuera por el tema de las pensiones, no estaríamos en huelga, así que todo lo que tienen que hacer es retirarlo", dijo Toussaint, que ya había arrancado de la MTA un contrato trianual con aumentos anuales del 3%, 4% y 3,5%.