El caos, la violencia, saqueos y decenas de detenciones predominaron en Nueva York durante el primer toque de queda decretado en la ciudad en 77 años, desafiando así a las autoridades y también al presidente Donald Trump. La policía, sin embargo, arrancaba la tarde de ayer con buenas intenciones, que ejemplificó el jefe de departamento de Nueva York, Terence Monahan, que se arrodilló junto a los manifestantes de Washington Square al estilo de Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano que protestó contra la injusticia racial en el 2016 cuando hincó su rodilla mientras escuchaba el himno americano.

Un emocionado Monahan abrazó también a los presentes en la protesta, lo cual tuvo lugar después de que algunos manifestantes comenzaran a lanzar objetos a los agentes. "La gente que vive en Nueva York quiere que Nueva York ponga fin a la violencia", afirmó el agente de alto rango. Sin embargo, minutos después de caer el sol, ya se podían ver en pleno centro de Manhattan tensos encontronazos entre los manifestantes y la policía en la Sexta Avenida, una de las principales arterias de la ciudad. Eso sí, en algunas ocasiones, grupos de manifestantes intentaban frenar a lo saqueadores, con poco éxito.

Los agentes cortaban el paso de los ciudadanos a la altura de la calle 55, donde antes de las 9 de la noche ya se habían iniciado incendios prendiendo los montículos de basura que se acumulan en las aceras de Nueva York cada tarde para su recogida.

Saqueos en tiendas de Manhattan

Poco después, apenas iniciada la noche, la enorme tienda de Microsoft de la lujosa Quinta Avenida estaba siendo saqueada por jóvenes manifestantes pese a los grandes tablones de madera colocados en las puertas del establecimiento para tratar de evitar un ataque. Tras un forcejeo, tres policías de paisano lograron detener a uno de los saqueadores mientras un grupo de jóvenes trataban de intimidarlos lanzándoles tablones de madera.

Y es que la policía trataba de controlar el caos desatado en el centro de Manhattan, donde se podían ver convoyes de coches policiales compuestos por hasta 30 vehículos que recorrían las calles de la Gran Manzana. Y de allí derivó ya el caos, las detenciones, el lanzamiento de objetos, la rotura de escaparates de tiendas de lujo y de todo tipo. Cayó hasta la tienda de Lego en Rockefeller Center.

“Ha habido disparos pero no eran de bala, parecían de goma”, dijo a Efe una vecina que prefirió mantenerse en el anonimato, mirando desde su azotea los disturbios y expresando su preocupación. "Nunca he visto la ciudad así, ni siquiera después del 11S", decían en las redes sociales los neoyorquinos que paseaban por el centro de Manhattan entrada la noche.

Las inmediaciones de la Torre Trump era una de las zonas más protegidas, donde las fuerzas del orden habían desplegado barricadas que impedían a los ciudadanos acercarse al edificio propiedad del presidente de EEUU.

Desafío al toque de queda

Y dieron las 11 de la noche y con ello el inicio del toque de queda. La policía se aplicó con más fuerza y cargó entonces en la Octava Avenida, ya cerca de una vallada Times Square, adonde un grupo de unos 500 manifestantes, en su mayoría jóvenes negros, quiso acceder mientras saqueaban todas las tiendas que se encontraban a su paso. A muchas tiendas no les sirvió de nada blindarse con tablones instalados durante el día por operarios llamados de urgencia.

En las cercanías de Times Square fue donde se produjo, ya con el toque de queda en marcha, un gran número de detenciones, con muchos jóvenes cuerpo a tierra mientras los agentes de policía los esposaban e iban metiendo en furgonetas de apoyo de los antidisturbios. Simultáneamente, muchos ciudadanos desafiaron las órdenes gubernamentales y siguieron en la calle pasadas las once de la noche.

Brooklyn, más tranquilo

En Brooklyn la cosa fue esta vez más pacífica. En varias protestas en las que participaron miles de personas, algunos grupos continuaron sus marchas una vez caída la noche, controlados por un enorme despliegue policial, que incluía numerosas barricadas y autobuses públicos marcados como “Police Bus”, en previsión de posibles arrestos masivos.

Centenares de agentes rodeaban una hora antes del toque de queda el Barclays Center, el complejo en el que juegan los Brooklyn Nets de la NBA y uno de los principales puntos de las protestas de los últimos días en Nueva York, pero apenas había ya rastro de manifestantes.

Chase, un joven negro de 22 años y que vive en el Bronx, es el primer día que participaba en las protestas. "He venido hoy porque la gente está siendo asesinada todos los días y nos roban el futuro, porque nos han robado por generaciones", decía.

Matar a negros sin consecuencias

Erin, una joven blanca también de Nueva York, lleva tres días participando en las marchas y aunque confiesa que tiene miedo por el toque de queda, asegura que se queda. "Lo han decretado para impedir que nos manifestamos y es nuestro derecho", dice antes de insistir en que en el caso de que la detengan, en algún momento la tendrán que dejar en libertad

Otra manifestante, Serie, aseguraba por su lado que ha estado en protestas contra la guerra de Irak y en las organizadas por el movimiento feminista TimesUp. "La policía de Nueva York está acostumbrada a matar a gente negra sin consecuencias, y esto tiene que parar". Sea o no sea así, los cierto es que el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, ha adelantado a las 8 de la tarde de hoy el inicio del toque de queda.