Desgracia y esperanza van de la mano en la isla indonesia de Nias. A las 1.300 vidas que se calcula que se llevó por delante el fuerte terremoto del lunes, se añadieron ayer las de los nueve militares australianos cuyo helicóptero se estrelló por causas desconocidas mientras participaba en tareas humanitarias. La otra cara de la moneda fue el rescate de un hombre de 40 años, que sobrevivió cinco días bajo las ruinas de su casa.

El helicóptero se estrelló cerca de Gunung Sitoli, principal ciudad de Nias, mientras participaba en una operación de asistencia a las víctimas. El Ministerio de Defensa australiano dio por desaparecidos a nueve soldados, presuntamente muertos. Otros dos lograron sobrevivir.

Al parecer, el helicóptero intentaba un aterrizaje de emergencia cerca de la localidad de Amadraya. Era una de las primeras misiones que realizaba el aparato, puesto que Australia se sumó ayer a las tareas de rescate y asistencia a las víctimas del terremoto. Un barco de transporte de helicópteros con 60 médicos a bordo recaló en la isla de Nias.

MAGULLADO En Gunung Sitoli, la principal ciudad de la isla de Nias, Hendra Ho Keng, de 40 años, puso nombre y apellidos a la esperanza, al ser rescatado tras permanecer enterrado vivo más de 100 horas bajo las ruinas. Magullado y con los ojos tapados para evitar el impacto de la luz, gimió varias veces mientras era transportado en camilla por un equipo medicalizado.

El rescate corrió a cargo de socorristas de Singapur, México e Indonesia. Fue la propia víctima la que advirtió de su situación, al quejarse de frío y de sufrir fracturas, según un médico de la Cruz Roja indonesia, que añadió que se le pudo hacer llegar agua y galletas, antes de rescatarlo. "Este salvamento me llena el corazón de alegría. Estoy orgulloso de mi gente", dijo Héctor Méndez, jefe del equipo de los socorristas mexicanos.

Los socorristas no descartaron que la mujer y los dos hijos se encuentren también con vida bajo los escombros e iniciaron una carrera contrarreloj para localizarlos. Pero el tiempo corre en contra y cada vez son menores las esperanzas de encontrar personas con vida.

NUEVA REPLICA A la dificultad de las tareas de rescate se añaden los continuos sobresaltos, ya que desde el seísmo del lunes la tierra no ha dejado de temblar. Una nueva réplica de una magnitud de 5,8 en la escala de Richter sacudió la isla por la mañana, sin causar víctimas. Pero las condiciones de miles de personas que se han quedado sin casa son muy precarias, y a ello se añade el miedo. "Mucha gente no duerme bien. Hay miedo a otro terremoto o a un tsunami", subrayó un médico de EEUU.

Mientras, la ONU envió ayer motos a Nias para poder acceder a las zonas más remotas de la isla, donde la ayuda humanitaria aún no ha llegado. Las comunicaciones son difíciles, debido a los deslizamientos de tierras, que en muchos casos han hecho impracticables las carreteras.

EN BUSCA DE ASISTENCIA Por eso, casi medio centenar de habitantes de la aldea de Lalai recorrieron a pie 18 kilómetros durante toda la noche para ir a buscar ayuda a a Gunung Sitoli. "La ayuda no ha llegado aún a nuestro pueblo. Se queda en las ciudades", denunció un campesino.

Miles de personas se enfrentan a la escasez de agua y comida. "No hay ningún problema con la cantidad de ayuda, sino con la distribución", subrayó el vicepresidente indonesio, Jusuf Kalla. Las intensas lluvias caídas durante todo el jueves y el viernes por la mañana dificultaron aún más el acceso a las zonas más remotas de la isla de Nias.