"Los días parecen estar contados", sentenció Granma , el diario del Partido Comunista (PCC), el pasado viernes. No hablaba de una forma de ejercer el poder sino del waka waka . La única voz del Estado le dedicaba más espacio a Shakira que a la decisión de Raúl Castro, anunciada ante los obispos, de excarcelar a 52 disidentes. Los cubanos saben leer los silencios. Por eso, muchos quieren creer que el "hermano menor" ha dado una señal inequívoca: la transición ahora empieza de veras. El país cambia o se lo devora la historia, como la canción oficial del Mundial.

La Iglesia católica cree que en el futuro les aguarda un papel aún mayor tras recibir la noticia de las excarcelaciones. "La sociedad necesita un proceso de diálogo y entendimiento y eso estamos haciendo", dijo ayer el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos, Dionisio García, que participó junto con el cardenal Jaime Ortega y el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, en la reunión con Raúl Castro.

Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno dieron un giro en abril cuando Ortega intervino ante las autoridades para que se terminara con el acoso contra las Damas de Blanco, esposas y madres de presos políticos.

Sin embargo, la medida adoptada con la disidencia es un gesto del Gobierno que excede a la Iglesia. Desde que Raúl sustituyó a su hermano Fidel, en Cuba se ha autorizado el pluriempleo, el pago de un salario por productividad y se han entregado un millón de hectáreas de tierras ociosas en usufructo, sin resultados a la vista. Cada vez se cosecha menos caña de azúcar en una isla que importa el 80% de sus alimentos y cuya capacidad de financiación se ha agravado a niveles inéditos por la caída del precio del níquel y del turismo.

AYUDA EXTERNA Castro sabe que está urgido de inversiones externas. Espera un guiño de los chinos. Necesita, además, normalizar sus relaciones con la UE y recomponer, con otros ritmos, sus vínculos con EEUU. El caso de los 52 disidentes, creen los especialistas, debe ser observado dentro de esas urgencias y como un intento de frenar otra crisis.

Días atrás, Castro destituyó a José Hernández, quien ejercía de ministro de la Industria Ligera, la encargada de fabricar lo que se suele obtener en el mercado negro: ropa, calzados y muebles.

Esteban Morales, el director honorario del Centro de Estudios sobre EEUU de la Universidad de La Habana, habría sido separado del PCC por un artículo en el que sostuvo que "la corrupción es mucho más peligrosa que la llamada disidencia interna". A su criterio, "la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno". Ella controla el mercado negro y espera que "cuando la revolución se caiga pueda producir el traspaso de los bienes estatales a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS".

El debate también se escuchó en la 10 Semana Social Católica, celebrada en junio en La Habana. Aurelio Alonso, reconocido intelectual marxista, dijo: "De nuestra capacidad para dar respuesta al diálogo dentro de la nación depende que afrontemos el diálogo con la emigración".