Suma y sigue. Una nueva oleada de atentados con explosivos dejó ayer en diferentes barrios de Bagdad un rastro de al menos 69 muertos y más de un centenar de heridos. La cifra viene a añadirse al recuento de víctimas elaborado por el Gobierno iraquí que ayer vio la luz y que establece que durante el mes de julio perdieron la vida 1.652 civiles como consecuencia del conflicto sectario en el país. O lo que es lo mismo, un 33% más que en el precedente mes de junio.

El atentado más mortífero se produjo no lejos de una estación de servicio, en una zona del oeste de la capital. Según los servicios de seguridad, la explosión de un camión cargado con 26.500 litros de gasolina causó 50 muertos y unos 60 heridos en un lugar donde operaban soldados estadounidenses e iraquís.

Unas horas antes, un coche- bomba estalló cerca del barrio comercial de Karrada, en el centro de Bagdad, acabó con la vida de otras 16 personas e hirió a 14. Una tercera bomba hizo explosión en el barrio de Dora, en el sur, lo que causó tres muertos y cinco heridos. El objetivo del ataque era una patrulla de marines. Los portavoces del Ejército de Estados Unidos confirmaron el ataque de Dora, aunque no precisaron si produjo víctimas en sus filas. El Pentágono se limitó a anunciar que cuatro soldados habían fallecido y otros seis habían resultado heridos en distintos ataques durante la jornada de ayer.

ESCASA EFICACIA DE EEUU La publicación de las cifras de fallecidos civiles durante julio en Irak puso de relieve la escasa eficacia de la operación militar estadounidense para mejorar la seguridad en la capital. En febrero, EEUU lanzó un plan para incrementar su presencia en Bagdad y reducir el número de bajas civiles como consecuencia de atentados y disparos de mortero. El número de 1.652 civiles muertos es ligeramente superior al de febrero, cuando comenzó el plan.

En otro orden de cosas, ayer se supo que el Gobierno estadounidense desconocía el paradero de 190.000 armas distribuidas a las fuerzas de seguridad iraquís durante los años 2004 y 2005.