La refundación del Frente Nacional, en la que ha puesto toda su energía Marine Le Pen para alejar los demonios del pasado y disipar el miedo de los electores, empieza mal. Ni siquiera es oficial el nuevo nombre del partido, que deberán avalar en las próximas semanas los militantes mediante un voto por correo, y ya hay un notable jaleo en torno a los derechos de propiedad de la marca Rassemblement National -Reagrupación Nacional- propuesta por Le Pen en el XVI Congreso del partido clausurado en Lille este domingo.

Igor Kurek, secretario general de una asociación que se define como «gaullista y republicana», asegura ser el propietario del nombre registrado el 30 de diciembre del 2012 por el presidente de la organización, Frédérick Bigrat.

«El RN es de derecha gaullista y republicana, el FN es de extrema derecha», argumenta Kurek, que promete llevar el asunto a los tribunales. Una amenaza que no ha alterado mucho a la presidenta del Frente Nacional. Marine Le Pen sostiene que el nombre le pertenece porque el pasado 22 de febrero firmó con Bigrat un contrato privado de cesión.

Le Pen tiene la intención de litigar con Kurek por el uso fraudulento que la asociación en cuestión hace del logotipo del FN, la llama tricolor. Por lo tanto, todo indica que habrá una batalla jurídica que coloca al Frente Nacional en una situación incómoda.