El resultado de las elecciones europeas en Francia consolida el nuevo mapa político que dibujó la inesperada victoria de Emmanuel Macron en las presidenciales del 2017 al frente de una formación con solo tres años de vida.

El primer test del presidente en las urnas desde que llegó al poder ha confirmado la debacle de los partidos tradicionales y reforzado a la ultraderechista Marine Le Pen como su única rival en una futura carrera hacia el Elíseo.

Frente a la tradicional división entre izquierdas y derechas se abre paso una polarización entre progresistas y nacionalistas que Macron y Le Pen han alimentado durante la campaña. Una estrategia que ha dado sus frutos porque, al plantear los comicios como un duelo personal, el resto del arco político se ha desdibujado y solo los ecologistas han ocupado el hueco del votante joven, como ha sucedido en el resto de Europa.

El 25% de los electores entre 18 y 34 años se ha decantado por el partido de Yannick Jadot Europa-Ecología Los Verdes, dinámica que coincide con una mayor movilización, unos 13 puntos más respecto al 2014.

División sobre ecología / Es de esperar, por tanto, que la división en torno a la ecología sea a medio plazo un nuevo terreno de enfrentamiento entre partidos porque el 14% de los electores de Jadot votó a Macron en la primera vuelta de las presidenciales.

Mientras, los dos partidos que durante más de 50 años se han turnado en el poder -Partido Socialista y Los Republicanos- no llegan al 15% de los votos, mientras que La República en Marcha (LREM) y Reagrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) se reparten casi a partes iguales diez millones de votos, suman el 45% de los sufragios y dominan el paisaje político.

Después de haber atraído al electorado socialdemócrata hace dos años, el presidente francés logra ahora el ‘sorpasso’ a la derecha moderada liderada por Laurent Wauquiez, que, con un programa escorado en exceso a la derecha, puede tener los días contados.

Crisis en la derecha / Golpeados por la derrota de François Fillon en el 2017 y conteniendo la hemorragia de quienes se han pasado a las filas del presidente, Los Republicanos, herederos de la derecha gaullista, han encajado un serio revés al lograr solo un 8,4% de los votos, el peor resultado en la historia de la derecha.

Únicamente les votaron el 32% de los electores que lo hicieron por Fillon en las presidenciales; el 27% optó por LREM y el 18% por el partido de Le Pen. En dos años, Los Republicanos se han dejado por el camino más de 5 millones de votos, entre ellos los de los jubilados, que se han ido en un 32% a Macron y en un 21% a Le Pen. El declive del Partido Socialista (6,2%) y la caída vertiginosa de La Francia Insumisa (6,3%) de Jean-Luc Mélenchon también dejan a la izquierda desarbolada.

En ese escenario, Marine Le Pen -que se refuerza en el oeste del país y fuera de las áreas desindustrializadas en las que tiene su principal caladero de votos- se sitúa ya en la rampa de lanzamiento hacia el Elíseo, apelando a construir la «alternativa» a Macron y apoyándose en un nuevo cara a cara entre «mundialistas y nacionales».

Para Jean Yves Camus, especialista en extrema derecha, sería un error interpretar el voto del RN como un brote populista porque el partido mantiene un apoyo superior al 15% desde hace 30 años. «Los electores se suman a una visión del mundo. La del rechazo a las élites, la mundialización, el multiculturalismo, la inmigración y los valores liberales de los socialdemócratas y de la derecha liberal», resume.