El juicio contra Donald Trump ya está en marcha. El diputado Adam Schiff, uno de los siete legisladores escogidos por los demócratas para ejercer de fiscales durante el proceso, leyó ayer en el pleno del Senado los cargos que se imputan al presidente, poco antes de que el centenar de senadores se comprometieran bajo juramento a administrar justicia «imparcialmente» en sus funciones como jurado.

El protocolo se escenificó con la solemnidad que exigía el momento histórico y la gravedad propia del impeachment, el arma más extraordinaria que contempla la Constitución para forzar la destitución de un presidente por «altos crímenes y faltas». Pero la jornada tuvo algo más que frases pomposas y fotos para el recuerdo. Nuevas revelaciones y dictámenes han dado fuerza a las acusaciones de los demócratas. Quizás la más importante salió de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO, de sus siglas en inglés), un organismo oficial independiente que presta servicios de auditoría al Congreso y que ha dictaminado que Trump violó la ley al congelar el año pasado cientos de millones de dólares en ayudas militares a Ucrania que habían sido previamente aprobadas por el Parlamento.

«La ley no permite al presidente substituir la legislación aprobada por el Congreso por sus propias prioridades políticas», dice el documento. «Los fondos se congelaron por motivos políticos», añade. Esas ayudas militares están en el centro de la polémica que ha llevado a Trump a sentarse figurativamente en el banquillo, ya que no piensa comparecer en el juicio.

El presidente ha sido acusado de «abuso de poder» por condicionar la ayuda militar y la visita del presidente ucraniano a la Casa Blanca a la apertura de una investigación en el país eslavo contra su rival político Joe Biden. El segundo cargo habla de «obstrucción al Congreso» y, en ese sentido, la GAO afirma que el Ejecutivo les ha negado los documentos que necesitaban para llevar a cabo su investigación, unas zancadillas que tienen «significado constitucional».

La Casa Blanca no tardó en rechazar el dictamen, diciendo que no comparte sus conclusiones, pero lo cierto es que su veredicto vuelve a cuestionar la credibilidad de Trump, que siempre ha negado que la congelación de las ayudas tuviera relación con la pretendida investigación ucraniana y la obsesión de sus lugartenientes en encontrar material que comprometa las opciones políticas de Biden, candidato a la presidencia. Ahora no hay duda de que Trump orquestó la campaña ucraniana, como declararon varios testigos en el inicio del impeachment.