Diez años después de la ejecución de Sadam Husein, Irak continúa hundida en la tragedia de la vida cotidiana que implantaron Estados Unidos y sus aliados tras la invasión del país en 2003. El sectarismo étnico y el sectarismo religioso han alcanzado cotas insospechadas incluso para los más pesimistas y a la vista no hay ninguna indicación de que la situación vaya a corregirse.

Uno de los analistas de la CIA que entrevistó a Sadam Husein durante el cautiverio previo a su ejecución el 30 de diciembre de 2006, ha escrito un libro en el que revela el contenido de las entrevistas que mantuvieron y sostiene que durante esos encuentros el dictador iraquí vaticinó que los americanos nunca serían capaces de controlar Irak puesto que no conocían la "mentalidad árabe".

“Cuando interrogué a Sadam, me dijo: ‘Vais a fracasar. Vais a ver que no es tan fácil gobernar Irak’”, ha recordado el exanalista de la CIA John Nixon, para añadir: “Cuando le dije que sentía la curiosidad por saber por qué pensaba así, me contestó: ‘Vais a fracasar en Irak porque no conocéis la lengua ni la historia, y porque no entendéis la mentalidad árabe’”.

ERRORES DE BULTO

Nixon reconoce modestamente que algunas cosas que los estadounidenses pensaban sobre Irak antes de la invasión de 2003 pronto se relevaron falsas. El gran problema es que se trataba de cuestiones esenciales que el presidente George Bush nunca llegó a vislumbrar y que sus asesores neoconservadores desconocían o ignoraron deliberadamente.

John Nixon escribe: “Una y otra vez escuché de nuestra contraparte en el Ejército y en la Administración de Bush que si atrapábamos a Saddam, seríamos capaces acabar con la insurgencia iraquí. Esto presuponía que Saddam tenía un control férreo sobre la insurgencia, lo que no era cierto, y que decapitando el régimen baazista se conseguiría pacificar el país, lo que tampoco era cierto”.

El número de víctimas mortales en los trece años transcurridos desde la invasión se eleva a cifras astronómicas. Dada la naturaleza del conflicto, se comprende que algunas estimaciones coloquen el número de muertos por encima del millón, mientras que el número de norteamericanos muertos se eleva a 4.500. El número de heridos es muy superior y el número de refugiados y desplazados ni se puede calcular con precisión. Además, una buena parte del país se ha convertido en una zona inhabitable.

DESTRUIR LA CONVIVENCIA

El cardenal católico Bechara al Rai, patriarca maronita de Líbano, ha declarado que existe “un plan occidental para destruir el mundo árabe con el fin de satisfacer intereses políticos y económicos”, y que para ello “se está alimentando el conflicto sectario entre chiís y sunís”, un conflicto central en la crisis iraquí. Esos intereses occidentales “los comparten algunas potencias regionales”, añade el cardenal.

Quienes alimentan el conflicto, dice Bechara al Rai, “están destruyendo la convivencia con los musulmanes que los cristianos de la zona hemos construido durante 1.400 años”. Y a continuación cita un estudio de la organización de derechos humanos iraquí Hammurabi que señala que el número de cristianos de Irak se ha reducido a una tercera parte desde la invasión americana de 2003 y la tendencia sigue en la misma línea.

La situación de la mujer también se ha deteriorado sensiblemente. Con Sadam Husein, las mujeres de las principales urbes contaban con la posibilidad de modernizarse, si así lo deseaban, estaban al tanto de lo que ocurría en su país y más allá de sus fronteras, y podían vestirse como les daba la gana. Todo eso ha desaparecido una vez que los occidentales han querido llevar a Irak la “democracia liberal”.

"INVIERNOS ÁRABES"

El fracaso de Irak fue seguido unos años después por el de las “primaveras árabes” que el cardenal Bechara al Ray ha llamado"inviernos árabes". En 2011, en Washington había cambiado la administración dos años atrás, pero Barack Obama permitió la caída de Hosni Mubarak creyendo que podía sustituirla por una “democracia liberal”. El apoyo occidental a esos procesos árabes ha sumido a la región en el peor momento de su historia.

Si se mira hacia el futuro, dentro de solo tres semanas Donald Trump estará en la Casa Blanca. Es natural que el nuevo presidente se rodee de los ideólogos neoconservadores, los mismos que, aunque no han estado en la Administración Obama, sí que han conseguido que la Administración Obama haya seguido los principios que ellos pusieron de moda.