Durante casi cuatro años las protestas ciudadanas contra la intervención militar de Estados Unidos en Irak organizadas en Washington han tenido un regusto de derrotismo, de grito acallado por la mayoría republicana en el Capitolio y una Casa Blanca sorda a sus quejas. Ayer, por primera vez desde que se inició la guerra en marzo del 2003, decenas de miles de manifestantes se plantaron frente al Capitolio y protagonizaron una marcha en la capital con energías renovadas. Saben que la nueva composición de las dos cámaras --dominadas ahora por los demócratas-- se ha logrado al traducir en votos en las elecciones legislativas de noviembre el desencanto ciudadano con las políticas de la Administración.

El principal objetivo de los manifestantes de Washington y de otras ciudades que ayer acogieron protestas, como San Francisco, era pedir la retirada militar de Irak. Y aunque desde la Casa Blanca la propuesta es radicalmente opuesta y el presidente, George Bush, ha anunciado el envío inminente de 21.500 soldados más, los manifestantes saben que Bush está perdiendo apoyos, que su índice de aprobación es de poco más del 30% y que en las cámaras hay muchos que comparten el escepticismo de los estadounidenses.

AUTOBUSES Retirada inmediata era uno de los eslóganes más coreados en la marcha de Washington, donde fue común ver camisetas que identifican al 43º ocupante de la Casa Blanca como "el peor presidente de la historia". Una de ellas la llevaba Jerry, de 30 años, que viajó desde Rochester (en el estado de Nueva York) en uno de los autobuses que nutrieron de manifestantes la protesta capitalina.

"Todo el pueblo estadounidense debe tomar posiciones en contra de las mentiras de Bush y de la Administración", decía ese hombre. Cynthia, veterana del movimiento pacifista, coincidía al señalar "las mentiras que han rodeado esta guerra", y aseguraba que son "motivos más que suficientes para pedir el impeachment de Bush".

Numerosas pancartas recordaban al presidente el poder que el desencanto con la guerra y el resto de sus políticas puede llegar a tener en las urnas. Y desde el oratorio colocado frente al Capitolio, presidido por un ataúd cubierto por una bandera estadounidense y unas botas militares, se alzaron numerosas voces que recordaron ese poder.

El discurso general desde la tribuna fue urgir a la Administración a que retire a los soldados este mismo año. Sin embargo, la mayoría es consciente de las escasas posibilidades de éxito de esa idea, por lo que la principal apuesta es convertir la lucha por el repliegue en un movimiento que llegue con fuerza a las elecciones presidenciales de noviembre del año que viene.

En los actos de ayer en Washington habló, entre otros, Moriah Arnold, una niña de 12 años. "Nuestros líderes nos mintieron o nos ocultaron la verdad, y por nuestras acciones el resto del mundo nos ve como matones y mentirosos", dijo. Protestaron también estrellas de Hollywood famosas por su activismo como Jane Fonda, Sean Penn, Susan Sarandon y Tim Robbins. Y se escuchó la voz de congresistas opuestos a las políticas de la Administración como John Conyers, presidente del comité judicial de la Casa de Representantes, que amenazó a Bush con bloquear en el Congreso su capacidad de gasto en la contienda.

MILITARES CON ROPA CIVIL Por primera vez, también participaron en las protestas, con permiso del Pentágono, militares en activo. La única restricción para hacerlo era que debían vestirse con ropas civiles y dejar claro que sus opiniones no representan la postura de Defensa.