En su intento más completo y persuasivo hasta la fecha para explicar su posición respecto al dilema que ha planteado el uso de armas químicas en Siria, el presidente de EEUU Barack Obama dejó anoche margen a las negociaciones diplomáticas, pero advirtió de que si fracasan su país debería intervenir militarmente. En un discurso televisado a la nación en horario de máxima audiencia, Obama trató de convencer a una población que hasta ahora se ha mostrado reacia a acompañarle en este viaje, diciéndole que "en Siria están en juego las ideas, los principios y los intereses nacionales de EEUU".

Por el momento, sin embargo, la operación militar queda en suspenso. Obama anunció que ha pedido al Congreso que retrase la votación para autorizar el uso de la fuerza mientras se explora la vía diplomática en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. "Es demasiado pronto para decir si la oferta funcionará, y cualquier acuerdo debe verificar que el régimen de Bashar el Asad cumple con sus compromisos, pero esta iniciativa tiene el potencial de acabar con la amenaza de las armas químicas sin el uso de la fuerza", dijo durante los cerca de 15 minutos de su alocución.

La propuesta lanzada inicialmente por Rusia dejaría las armas químicas sirias bajo control internacional como primer paso para su destrucción y el desarme químico de Damasco. Obama no dijo, sin embargo, cuánto tiempo está dispuesto a esperar.

Argumentos para la opción militar

En su discurso, que osciló entre el realismo y los imperativos morales del llamado excepcionalismo estadounidense, repitió muchos de los argumentos esgrimidos hasta ahora para defender la opción militar. "Si no actuamos, el régimen de Asad no tendrá motivos para dejar de utilizar las armas químicas" y se alentará a "otros tiranos". También habló del riesgo que representan para las tropas de EEUU en Oriente Próximo y para sus aliados regionales, así como del imperativo de proteger las normas internacionales.

Obama reconoció que los estadounidenses están cansados de la guerra y buena parte de sus palabras fueron dedicadas a tratar de convencerles de que Siria no será una repetición de Irak o si quiera de Libia o Kosovo. La operación tendría restricciones de tiempo, no buscaría derrocar a Asad ni contemplaría el despliegue de tropas. "El propósito del ataque sería disuadir a Asad para que use armas químicas, mermar la capacidad de su régimen para utilizarlas y mandarle un claro mensaje al mundo de que no toleraremos su uso".

Estrategia emocional

El presidente uso la carta emocional, describiendo las imágenes "nauseabundas" de mujeres y niños "con espuma en la boca" gaseadas en la masacre en Guta del pasado 21 de agosto. Y trató de responder a las dudas planteadas por el Congreso y la ciudadanía, desde la posible esterilidad de un ataque excesivamente limitado a los riesgos de una respuesta de Siria y sus aliados. "No descartamos los riesgos, pero el régimen de Asad no tiene capacidad para amenazar seriamente a nuestro Ejército", dijo antes de añadir que Asad tampoco está interesado en una escalada que podría conducir a su destrucción.

Y sobre la abultada presencia de yihadistas entre los rebeldes sirios, afirmó que Al Qaeda saldrá reforzada "si la gente en Siria ve que el mundo no hace nada para prevenir que los civiles sean gaseados hasta la muerte". Pero Obama, cuya credibilidad y liderazgo han quedado muy tocados cen esta crisis, también pareció contradecirse al afirmar que "EE UU no es el policía del mundo", pero su liderazgo global le obliga a asegurarse de que se respetan los acuerdos internacionales.

Y acabó con un ruego directamente al corazón de los estadounidenses: "Cuando podemos evitar que los niños sean gaseados hasta la muerte con un esfuerzo y unos riesgos modestos, creo que deberíamos actuar".