En los últimos siete días, el presidente de EEUU, Barack Obama, ha hablado en 64 ocasiones, a menudo en encuentros cara a cara, con congresistas demócratas con dudas sobre la reforma sanitaria. Ayer, a menos de 24 horas de una votación que hoy puede hacer historia y crear en Estados Unidos un sistema de cobertura universal, aunque no público, Obama hizo el último esfuerzo y se reunió en Capitol Hill con todos los miembros de su partido en la Cámara baja.

Aunque son 253 los demócratas en esa Casa de Representantes y hacen falta 216 votos para pasar la ley, varias decenas de congresistas han anunciado ya que dirán no a la propuesta, a la que se oponen por motivos diversos. Y pese a que en los últimos días, algunos que en el pasado se opusieron a modificar la ley han cambiado de postura y han garantizado su sí, la cifra mágica de 216 votos no estaba asegurada cuando Obama se encontró con ellos. Después, el jefe de filas de los demócratas en el Congreso, Steny Hoyer, dijo creer ayer que ya tenían los votos necesarios.

Los votos podrían haberse conseguido si el líder demócrata hubiera cedido a las exigencias de un bloque de congresistas de su partido opuestos al aborto.

ENMIENDA ADMITIDA Liderados por el representante Bart Stupak, este grupo ya consiguió en noviembre incluir una enmienda en la propuesta de ley de la Cámara baja que prohíbe a cualquier estadounidense que recibe subsidios federales para comprarse un seguro usar ese dinero para pagar una póliza que incluya la cobertura de un aborto. Un mes más tarde, sin embargo, el Senado aprobó su propuesta de ley y esta era menos restrictiva. En los mercados de seguros que establece esa propuesta, al menos uno de los seguros ofrecidos debe incluir la cobertura del aborto y podrán comprar esas pólizas quienes reciban ayuda federal. Eso sí, a la hora de pagar la póliza, la parte que cubre los abortos los asegurados la pagarán de su bolsillo.