Eran las 10 de la mañana del esperado supermartes, y Denise Hunter, una mujer negra, demócrata, de 21 años, aún no tenía decidido su voto. "Por una parte quiero una primera presidenta. Pero soy afroamericana y me gustaría un presidente negro. Pase lo que pase, uno de los dos va a hacer historia", justificó. Denise era representativa de la difícil elección que afrontaban ayer millones de votantes y simpatizantes demócratas en 22 estados de costa a costa de EEUU: elegir entre Barack Obama y Hillary Clinton, entre la ilusión y esperanza que levanta el senador y la experiencia de la que hace gala la senadora, entre un negro y una mujer que aspiran a hacer historia.

Al cierre de esta edición aún no había resultados, pero ninguno de los candidatos esperaba acabar como vencedor indiscutible y, por tanto, candidato virtual. En el mejor de los casos, confiaban en salir reforzados. En el peor, con el empate virtual que predecían las encuestas y mirando hacia próximas citas.

NORMAS ENREVESADAS Lo enrevesado y arcaico de las normas del Partido Demócrata contribuían a esta situación. En los 22 estados, los delegados (sobre el papel, esta competición va de quién tiene más delegados el día de la convención) son asignados de forma proporcional a los votos conseguidos. Se puede ganar en voto popular un estado y no en delegados, por ejemplo. Por eso, a la hora de valorar quién es el ganador habrá que contar los delegados, pero también los estados ganados. Esto último dará una imagen de fortaleza política y de viabilidad de la candidatura que puede ser muy importante en las siguientes primarias.

Pero había otros puntos de sumo interés en la competición entre Clinton y Obama. Por ejemplo, California, el mayor premio del concurso, donde el apoyo de los hispanos a Clinton era contestado por el predicamento de Obama entre los progresistas y los trabajadores de las empresas de tecnología. Ganar en California, al margen de los delegados, es un pieza de caza mayor política para los dos candidatos.

MUJERES E HISPANOS Luego estaba el voto por comunidades. Las mujeres blancas de mediana y tercera edad son incondicionales de Clinton. Los hombres, no tanto. Los hispanos apoyan mayoritariamente a la senadora, como es el caso de Nilsa Menendez, una portorriqueña de 53 años que vive en Nueva York: "He votado por Hillary por su plan de salud, y porque voy con las mujeres. Es momento de que haya una mujer en la presidencia". Su voto puede ser crucial en estados como California, pero también en Nuevo México.La base social más clara de Obama es la de los veinteañeros y los treintañeros, lo que le puede dar un resultado mejor del esperado en estados como Nueva York, por ejemplo. En Massachusetts, el senador tenía el apoyo de la familia Kennedy y en el sur, el de la comunidad negra. Obama ha centrado gran parte de los esfuerzos en el electorado demócrata de estados dominados por los republicanos, esperando que allí cale mejor su mensaje de cambio.

Independientemente de quién gane, los votantes acudieron a las urnas electrizados por una campaña apasionante y con la convicción de estar eligiendo entre dos muy buenas opciones. "He votado más por personalidad y con el corazón que por el programa", dijo en Nueva York Kevin Clark, votante de Obama de 35 años. "Si Hillary ganara no me importaría".