En las formas y en el fondo, menos de 15 días han servido para que Barack Obama haya empezado a dotar de contenido su promesa de cambio en EEUU. Con unas encuestas que le dan unos extraordinarios índices de aprobación ciudadana, el flamante presidente ha deshecho parte del legado de George Bush y ha encarrilado, si bien no con todo el apoyo que él querría, un ambicioso plan económico.

La fórmula favorita de Obama para olvidar a Bush ha sido una de las herramientas que más le criticaban los demócratas al anterior jefe de la Casa Blanca: las órdenes presidenciales. Utilizando estos decretos que no necesitan pasar por el Congreso, Obama ha tomado sus dos decisiones más impactantes: ordenar el cierre de la cárcel de Guantánamo en un año e imponer a la CIA el fin de las cárceles secretas y el uso de la tortura. Eso sí, ha dejado la puerta abierta al proceso denominado de rendition, por el que EEUU arresta a sospechosos en otros países y los envía a un tercero o a su territorio.

Si Bush tardó años en inmiscuirse en el conflicto entre palestinos e israelís, una de las primeras decisiones de Obama ha sido nombrar un enviado especial a la zona, George Mitchell. Si para Bush el campo de batalla principal de la lucha contra el terrorismo era Irak, para Obama es Afganistán, de ahí que nombrara a Richard Holbrooke enviado especial a ese país y a Pakistan.

Y el cambio más importante en las formas vino de su entrevista con el canal árabe Al Arabiya --la primera que concedía como presidente--, en la que tendió una mano al mundo musulmán y afirmó que EEUU no es su "enemigo". Donde Bush centró la guerra contra el terrorismo en un "o conmigo o contra mí", Obama afirmó que su enemigo son los grupos terroristas, no los árabes y musulmanes. Es por eso que en EEUU se dice que este cambio de filosofía y decisiones como la de Guantánamo implican el fin de la guerra contra el terror tal y como se ha entendido desde el 11-S.

Obama también ha usado las órdenes legislativas para ordenar medidas contra el cambio climático y dejar claro que su Administración será "guiada por la ciencia". Tanta rapidez y resolución, sin embargo, no las ha encontrado el presidente en el Congreso. Obama hizo buena su promesa de gobernar de forma bipartidista al reunirse con los congresistas republicanos en busca de su apoyo al plan de recuperación económica, pero a pesar de sus buenas formas ningún republicano votó a favor en la Cámara de Representantes.

El proyecto pasó igualmente el primer trámite legislativo gracias a que los demócratas tienen mayoría, pero en ese plan han encontrado los conservadores el primer tema con el que hacer oposición, y Obama, su primer gran escollo en su promesa de ser un presidente de unidad. La votación en el Senado será una de las primeras grandes pruebas de la nueva Administración.