No hay un minuto que perder", dijo Barack Obama ayer en Chicago en la rueda de prensa en la que presentó a su equipo económico. No hay tiempo que perder porque EEUU vive una crisis de "proporciones históricas" a cuya gravedad el presidente electo no aplica paños calientes ("No hay soluciones rápidas. Es posible que la situación empeore antes de mejorar"), sino medidas de choque: un plan de estímulo económico centrado en la clase media y no solo en los mercados financieros como ha hecho hasta ahora la Administración de George Bush. "Necesitamos devolver la confianza a los mercados pero también a las familias de clase media", dijo Obama quien añadió: "No podemos rescatar Wall Street y no ayudar Main Street" (en la metáfora, Main Street simboliza la economía real).

Para llevar a cabo sus planes, Obama presentó un equipo especializado en lidiar con crisis. El secretario del Tesoro será Timothy Geithner, presidente de la Reserva Federal de Nueva York y pieza clave de la actual estrategia de choque en el sector financiero. Lawrence Summers (exsecretario del Tesoro con Bill Clinton y mentor de Geithner) será su gurú económico desde la dirección del Consejo Nacional Económico. Una académica de Berkeley especializada en la Gran Depresión, Christina Romer, será directora del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. De su círculo de Chicago es Melody Barnes, directora del Consejo de Política Interior.

IDEAS FRESCAS Juntos ofrecen, en palabras de Obama, "buen juicio e ideas frescas", dos características muy bienvenidas en la actual situación económica. El presidente electo trabaja a corto y largo plazo. La prioridad inmediata es diseñar un plan de estímulo económico para crear (o evitar que se destruyan) 2,5 millones de empleos en dos años (en lo que llevamos del 2008 se han perdido 1,2 millones).

Obama no dio cifras, solo indicó que su intención es que esa sea la primera medida que adopte tras jurar su cargo el 20 de enero. En el Congreso, los demócratas barajan un ambicioso plan de 700.000 millones de dólares (543.200 millones de euros), basado en estímulos fiscales para incentivar el consumo y ayudas sociales como ampliar el plazo de tiempo en que se cobra el subsidio de desempleo.

EL DEFICIT Obama repitió ayer una idea ya expresada: que el rigor presupuestario, de entrada, no será una prioridad, pese a que el déficit que hereda ya es considerable y que las medidas en marcha contribuirán a aumentarlo. Explicó que una vez se haya logrado devolver la economía "al buen camino" será el momento de preocuparse del equilibrio presupuestario. Mientras, y para que el déficit no se dispare más, anunció "recortes y sacrificios" en algunos programas, anular las rebajas fiscales a los que ganan más de 250.000 dólares (194.000 euros) que impulsó Bush y una profunda reforma "de cómo funciona Washington" para restringir el gasto público innecesario.

A largo plazo, los planes de Obama son mucho más ambiciosos. El presidente electo explicó que el plan de choque debe servir para instalar los cimientos de lo que será un nuevo modelo económico estadounidense, basado en "las energías limpias, la inversión en investigación, la reforma sanitaria" y la reforma (o construcción) de las envejecidas infraestructuras del país.

Y es que, en cierta medida, Obama ve en la actual crisis una oportunidad para poner en marcha su ambicioso proyecto de un new deal verde que contribuya, a la vez, a disparar la economía estadounidense y luchar contra el cambio climático. Obama admite que los retos son altos y los problemas graves y numerosos, pero tiene un plan.