Encarar el problema "de frente" y hacerlo "lo antes posible". Barack Obama, presidente electo de EEUU, participó ayer en Chicago en su primer encuentro con los medios y reafirmó que la crisis económica, el asunto que movió a la mayoría de los votantes que el martes le dieron la victoria y que fue el eje de su campaña, será su primer gran caballo de batalla cuando llegue a la Casa Blanca, el próximo 20 de enero, y se ponga a trabajar en un plan de rescate dirigido a la clase media del país. "Nos enfrentamos a la mayor crisis de nuestra vida", sentenció.

Obama comparecía ayer ante la prensa en un atestado salón del Hotel Hilton de Chicago, justo frente a Grant Park, donde el martes dio su discurso de victoria. Fuera se había evaporado ya el inusual buen tiempo que le arropó en su triunfo y el termómetro caía en picado. Era como si la áspera realidad empezara ya a apagar las visiones románticas que han rodeado su triunfo. Y varios datos económicos dados a conocer ayer confirmaban ese escalofrío realista.

LAS FAMILIAS TRABAJADORAS En octubre se perdieron 240.000 trabajos en Estados Unidos y la cifra de parados supera ya los 10 millones de personas. "No va a ser rápido y no va a ser fácil salir del agujero en que estamos metidos", dijo Obama tras un atril de madera con un nuevo cartel que lo identifica ya como presidente electo. Auguró que habrá que "hacer sacrificios". Y añadió: "No subestimo la enormidad de la tarea que nos queda por delante"

"En cuanto me convierta en presidente abordaré esta crisis de frente, dando los pasos necesarios para aliviarla, ayudar a familias trabajadoras y restaurar el crecimiento y la prosperidad", afirmó Obama en unas primeras palabras en las que delineó sus objetivos. ¿El primero? Poner en marcha "un plan de rescate para la clase media que invierta en esfuerzos inmediatos para crear trabajos y dar asistencia a familias que ven encogerse sus salarios y desaparecer sus ahorros".

Obama había pasado gran parte de la mañana reunido con su número dos, el vicepresidente Joe Biden, su flamante jefe de gabinete, Emanuel Rahm, y los 17 miembros de su consejo asesor de transición económica, un grupo de estudiosos, empresarios y antiguos y actuales cargos públicos y privados que ha creado para ayudar a establecer sus políticas económicas.

Entre ellos se encuentra el exsecretario del Tesoro Lawrence Summers, el millonario Warren Buffett (que participó vía conferencia telefónica); el consejero delegado de Google, Eric Schmidt; la gobernadora de Michigan, Jennifer Granholm, el expresidente de la Reserva Federal Paul Volcker y el alcalde de Los Angeles, Antonio Villaragoisa (único hispano del grupo).

DEVOLVER LA CONFIANZA Una de las conclusiones que Obama sacó de la reunión con ese grupo fue la imperiosa necesidad de aprobar en el Congreso un segundo paquete de estímulos económicos que inyecten dinero directamente en los bolsillos de los ciudadanos, devolviéndoles algo de confianza y permitiéndoles reactivar el gasto y la actividad económica. Obama mencionó también como una prioridad la extensión de los subsidios de desempleo.

El paquete de estímulos propuesto por los demócratas incluye, además, una decidida apuesta por la inversión en infraestructuras.

Obama recordó también que lo que empezó como una crisis financiera en Wall Street se ha extendido a otros muchos sectores económicos y más allá de sus fronteras. "Es cada vez más global y requiere una respuesta global", dijo el presidente electo.