Después de tres días y más de 140 discursos de presidentes, jefes de estado y ministros, Naciones Unidas cerró ayer la cumbre sobre los Objetivos del Milenio. Nadie puede decir a ciencia cierta qué será diferente hoy respecto a la semana pasada para los 1.400 millones de personas que viven en extrema pobreza en el mundo. Nadie tiene claro aún qué parte de los compromisos económicos anunciados en las tres últimas jornadas son nuevas aportaciones y cuáles responden a redistribuciones (incluyendo una promesa de casi 30.000 millones de euros para prevenir la mortalidad materna e infantil que anunció ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon). Representantes de organizaciones no gubernamentales se dividen entre el sabor agridulce o el desencanto absoluto. Y solo la intervención en la sesión de clausura de la cumbre del presidente estadounidense, Barack Obama, supuso una inyección de optimismo.

El mandatario de la primera potencia económica mundial viajó a Nueva York dispuesto a convertir EEUU en "líder global en desarrollo internacional en el siglo XXI". Anunció la implementación de una Política de Desarrollo Global, la primera de que se dota una Administración estadounidense, que unificará el trabajo de las 16 agencias relacionadas con asistencia y ayuda al desarrollo. Y es un paso al que dan la bienvenida grupos como Intermón-Oxfam, cuya portavoz, Verónica Hernández, lo calificó de "trascendental" viniendo de un país que, pese a las críticas por el escaso porcentaje que destina a cooperación, realiza grandes aportaciones económicas y hasta ahora lo había hecho sin una estrategia expresa.

Obama habló del desarrollo "no solo como un imperativo moral, sino también estratégico y económico". Recordando a "los millones de personas que han confiado en asistencia alimentaria durante décadas", aseguró que "eso no es desarrollo, es dependencia, y es un ciclo que se debe romper". Instó a "ser mas selectivos y concentrar los esfuerzos donde estén los mejores aliados y se pueda tener el mayor impacto". Y enfatizó que hacen falta asunción de responsabilidades y transparencia. "Si la comunidad internacional sigue haciendo las mismas cosas de la misma forma no alcanzaremos muchos de los objetivos", dijo.

Es precisamente la falta de planes de acción concretos uno de los principales escollos que hace impensable que las ocho metas definidas como Objetivos del Milenio puedan alcanzarse para la fecha marcada del 2015. Y es el hecho de que la cumbre en Nueva York no haya avanzado en ese campo el que frustra a los especialistas.

Pese al desencanto, hay también algunos clavos a los que aferrarse. "Corríamos el peligro de que se cerrara la cumbre dando por muerta la agenda, pero se ha mantenido el sentimiento de que los objetivos son prioritarios", valoraba Hernández, que se felicitaba porque en las jornadas haya quedado claro que "el impacto de la crisis económica en los países en desarrollo hace necesario reforzar las fórmulas de financiación innovadoras".