Todavía queda un arduo camino por delante para que el proceso legislativo por el que debe discurrir la reforma sanitaria en EEUU llegue a su fin, pero ayer estaba a punto de dar uno de sus primeros pasos de gigante cuando los legisladores se disponían a votar en la Cámara de Representantes un proyecto de ley con el que la Casa Blanca quiere universalizar la cobertura médica.

Obama se reunió a mediodía con un grupo de congresistas para dar un último impulso a la propuesta y dijo que había llegado el momento de "terminar el trabajo". Consciente de que la reforma cuenta con un amplio rechazo entre los republicanos, que ayer planeaban votar en bloque en contra, e incluso a sabiendas de que no termina de gustar en algunos sectores demócratas, el presidente no tuvo más remedio que urgir a los congresistas a "responder a la llamada que tienen con la historia" y votar sí a un proyecto que lleva meses debatiéndose.

"Estamos más cerca que nunca de lograrlo y aunque es imposible contentar a todos, debemos aprovechar el momento y elegir un futuro mejor para nuestras generaciones", afirmó Obama desde los jardines de la Casa Blanca mientras a la misma hora seguían teniendo lugar frenéticas negociaciones en el Capitolio. "Oportunidades como ésta solo llegan una vez cada generación. No podemos defraudar la confianza que los estadounidenses depositaron en nosotros hace un año", añadió.

El debate se abrió a las nueve de la mañana pero la primera votación estaba fijada a las seis de tarde (medianoche en España). En todo caso no estaba claro que fuera a salir adelante tan pronto e incluso había quienes no descartaban que hiciera falta sentarse a negociar a partir de las enmiendas de los legisladores. La composición de la cámara es 258 escaños demócratas y 177 republicanas, siendo la cifra mágica 218 votos, pero en estos asuntos la disciplina de partido no es una garantía.

Uno de los asuntos más polémicos encima de la mesa es la inclusión de un seguro público, un auténtico quebradero de cabeza para la Casa Blanca que finalmente entró en el texto, de unas dos mil páginas. De ser aprobado estaría disponible a partir del 2013 y el Gobierno tendría que sentarse a negociar las tarifas con médicos y hospitales. En total, se calcula que costará del orden de los 600.000 millones de euros en los próximos diez años y la idea es financiarlo a través de un nuevo impuesto a las rentas más altas.

Desde los sectores conservadores también se ha hecho campaña en contra asegurando que de ser aprobada el aborto será financiado con dinero público, un asunto en el que ayer todavía no habían podido ponerse de acuerdo y unos 40 demócratas amenazaban con votar en contra.