El campo de la batalla por la Casa Blanca se ha despejado tras la retirada el sábado de Hillary Clinton y los dos rivales que van a librar la lucha definitiva, Barack Obama y John McCain, inician su duelo con todas sus armas. La estrategia de ambos, como demuestra la planificación de sus pasos a corto y medio plazo, va a ser intentar redibujar el mapa electoral estadounidense y ganar para sus partidos estados que tradicionalmente han votado por el contrario o que no se han decantado contundentemente en las últimas citas electorales.

Obama ha tomado fuerzas el fin de semana en Chicago, desde donde el sábado emitió un comunicado declarándose "honrado" por contar con el apoyo de Clinton, a la que alabó por una campaña "valiente e histórica". Hoy inicia un viaje de 17 días a Carolina del Norte, estado que no ha votado demócrata en 32 años. Y después, a Misuri, que no ha votado por un demócrata en los últimos 12 años.

La estrategia es similar en el Partido Republicano. John McCain va a cortejar a independientes, obreros, mujeres y latinos. Pero perseguirá con especial agresividad al bloque de votantes de Clinton en las primarias que no parecen convencidos de votar a Obama. Así espera ganar para los republicanos estados del corazón industrial como Ohio, Michigan y Pensilvania.

Las dos campañas difieren en temas vitales. Obama va a centrarse en la economía y aprovechará el descontento con los altos precios de la gasolina, el desempleo, la sanidad y la sensación generalizada de crisis. McCain prefiere fijar la atención en la seguridad nacional.