El pasado jueves, en Denver, el día en que Barack Obama ofreció su gran discurso ante más de 70.000 personas, Al Gore ejerció de telonero y envió un claro mensaje: "Estas elecciones van a ser muy reñidas, y yo sé algo de elecciones reñidas". Pasadas las convenciones, la carrera hacia la Casa Blanca entra en su fase decisiva de dos meses sin que el teórico favorito en un año de supuesto color demócrata, Obama, logre despegarse del republicano John McCain.

Los sondeos aún no pueden calibrar el efecto de las dos convenciones (la republicana finalizó el jueves), pero sí indican tendencias. El más reciente es el que la CBS publicó ayer (elaborado entre el lunes y el miércoles), que predice un empate a 42% en intención de voto. En el mismo periodo de la semana pasada, en plena convención demócrata, la ventaja de Obama era de ocho puntos, según el mismo canal de televisión. Las encuestas más favorables a Obama (como la de Gallup, que le da siete puntos) cerraron su muestra el martes, segundo día de la convención republicana, cuando aún no había estallado el efecto Palin .

IGUALDAD Hay otros datos que hablan de igualdad. La campaña de McCain sale de Saint Paul con 200 millones de dólares, lo que compensa la enorme maquinaria recaudatoria del equipo de Obama. En términos televisivos, el discurso de la desconocida Palin fue seguido por 37,2 millones de personas (el de Obama en Denver fue seguido por 38,4 millones, y los datos preliminares del discurso del jueves por la noche de McCain también son muy buenos). "La carrera ha cambiado", dijo el asesor de McCain Steve Schmidt sobre la irrupción de Palin. "Ella ha galvanizado y traído nueva vida al partido de una forma que ninguno de nosotros pensaba que sería posible ni preveíamos", añadió.

Obama tiene la ventaja de su gran capacidad de atraer electores nuevos (por su carisma y por su campaña de registrar votantes). Pero los republicanos, que han estado a la defensiva los 18 meses que hace que dura la carrera, han pasado a la ofensiva, gracias a la ilusión que ha generado entre sus bases Palin y al hecho de que McCain --con su reputación de ir por libre en su propio partido-- ha encontrado lo que cree que es un mensaje ganador: cambio, como Obama, pero dirigido por alguien de fiar como el héroe de guerra.

Los dos candidatos salen de sus convenciones con su partido unido. Políticamente, el mensaje del cambio (quién se apodera de él, cómo logra Obama vincular a McCain con Bush y cómo logra evitarlo este) y la economía centrarán la recta final, por encima de temas como Irak. La presidencia se decidirá en una decena de estados indecisos que Obama confía (y necesita) en arrebatar a los republicanos. Los sondeos en esos estados (los que realmente cuentan, dado el sistema electoral de EEUU) hablan de una ligera ventaja de Obama sobre McCain, casi un empate técnico, en votos electorales. En ellos se centrarán las dos campañas en los 60 días que quedan.