Barack Obama desenfundó ayer en Praga su célebre Yes, we can (sí, podemos), el eslogan electoral que le llevó a la presidencia de EEUU. Y lo hizo ante una enfervorizada audiencia, para anunciar su convencimiento de que un mundo sin armas nucleares es posible y que, como mandatario de la primera potencia nuclear del mundo, se pone manos a la obra para avanzar en esta dirección. Y no fueron solo palabras, sino que presentó un plan concreto de actuación.

Obama había elegido la amenaza de la proliferación nuclear como tema central de su esperado discurso en la plaza del Castillo de Praga y, para colmo, el lanzamiento de un misil por parte de Corea del Norte dio más relevancia a esta intervención.

Decenas de miles de personas --se calcula que unas 30.000-- llenaron a rebosar el recinto. Siguiendo los consejos de las autoridades estadounidenses, muchos llegaron con tres o más horas de antelación. Los centenares o quizá miles de afortunados que pudieron colocarse más cerca del podio --separados por una valla del resto de los asistentes-- fueron quienes se presentaron al castillo con una invitación, que la Embajada de EEUU en Praga había distribuido con generosidad, quizá incluso como forma de publicitar el evento. "Yo trabajo en el instituto de la lengua checa y la pude recoger allí", nos explicó Tony, un hombre de 55 años. "Yo vi cómo repartían invitaciones por la calle", señaló una joven de 24 años.

PUBLICO ENTREGADO El público estaba entregado desde antes de comenzar. El primer estruendo de aplausos se produjo incluso mucho antes de que Obama apareciera "en directo", cuando lo hizo en la pantalla gigante que presidía la plaza y que retransmitió la llegada del mandatario al palacio presidencial --situado justo detrás, en el mismo castillo-- donde iba a entrevistarse con el presidente checo, Václav Klaus. El griterío siguió mientras la guardia de gala rendía honores. Muchos de los asistentes llevaban banderines de EEUU o de la República Checa. La larga espera y la densidad humana en la plaza se cobraron su precio. Al menos tres personas tuvieron que ser atendidas a causa de desmayos o sofocones.

Cuando por fin Obama apareció en el estrado de la mano de su esposa, Michelle, fue el delirio. El presidente estadounidense empezó regalando los oídos a los checos, cantando las excelencias de Praga, con un recuerdo emocionado a la aplastada primavera de 1968 y evocando la denominada revolución de terciopelo, que marcó el inicio del fin del comunismo en Europa, como un ejemplo de que a la libertad no se le pueden poner puertas. Pero lo que iba a seguir es uno de los discursos más importantes que ha pronunciado Obama desde que se instaló en la Casa Blanca y que puede tener mayores efectos en la política internacional.

Obama empezó por poner de manifiesto que, aunque la guerra fría ha desaparecido, "la existencia de miles de armas nucleares es el legado más peligroso" de aquella época. Subrayó los peligros de la proliferación e incluso el riesgo de que estas armas caigan en manos de Al Qaeda u otros grupos terroristas. Y reconoció que, "como potencia nuclear --y como única potencia nuclear que ha utilizado un arma nuclear--, EEUU tiene la responsabilidad moral de actuar".

COMPROMISO Acto seguido, adquirió su compromiso más solemne. "Hoy, declaro con convicción el compromiso de buscar la paz y la seguridad en un mundo sin armas nucleares. No soy iluso. Este objetivo no podrá ser alcanzado claramente, ni siquiera quizá en nuestras vidas. Pero tenemos que insistir". Y aquí añadió su célebre "sí, podemos", que electrizó a la audiencia.

Obama aclaró que, mientras existan, EEUU seguirá teniendo armas nucleares, pero prometió reducir el arsenal y "reducir el papel de las armas nucleares en nuestra estrategia de seguridad nacional", al tiempo que pidió que otros hagan lo mismo.

Entre las medidas que enumeró a continuación figuran la ya anunciada negociación de un nuevo tratado de reducción de armas estratégicas con Rusia, la búsqueda "agresiva" de la ratificación por parte de EEUU del tratado que prohíbe las pruebas nucleares, y el reforzamiento del Tratado de No Proliferación (TNP) como una nueva base de cooperación. En sus propias palabras, esto implicaría que los países que poseen armas nucleares caminen hacia el desarme, que los que no las tienen no las adquieran y que todo el mundo "tenga acceso a la energía nuclear pacífica". Para cumplir este objetivo sin incrementar el riesgo de la proliferación propuso la creación de "un banco internacional de combustible".

Pocas dudas habían de que esta propuesta era un guiño a Teherán. Y Obama se comprometió a buscar una relación con Irán "basada en el mutuo interés y el mutuo respeto", al tiempo que proclamó el "apoyo al derecho de Irán a la energía nuclear pacífica con inspecciones rigurosas". Pero dejó claro que Teherán puede elegir entre ese camino o "el del aislamiento creciente y la presión internacional".

EL ESCUDO Obama aprovechó para vincular la cuestión iraní con el escudo antimisiles --que los dirigentes checos desean mantener a toda costa-- y afirmó que, mientras perdure la amenaza iraní, EEUU mantendrá el proyecto pero, si esta amenaza cesa, el proceso será cancelado.

Por último, anunció un nuevo esfuerzo internacional para garantizar, en cuatro años, la seguridad de todo el material nuclear que pulula por el mundo y evitar que caiga en manos indeseables, y señaló que EEUU será el escenario de "una cumbre global de seguridad nuclear" el próximo año.

Tras el discurso, Obama se entregó a un baño de masas. El y su esposa, Michelle, descendieron del podio, entre los gritos entusiasmados de los presentes, y deambularon durante unos 10 minutos estrechando manos e intercambiando saludos. Todo el mundo intentaba tener sus 30 segundos de gloria junto al presidente y Praga se había rendido a la obamamanía .