Llegó Barack Obama a Washington con la intención de cambiar los usos y costumbres de la capital estadounidense, y cuando se cumplían dos semanas de su toma de posesión se llevó su primer golpe político. Tom Daschle, peso fuerte del partido demócrata, exlíder de la mayoría del Senado y el candidato a pilotar la reforma del sistema sanitario, retiró ayer su candidatura al cargo acosado por la revelación de que dejó de pagar unos 116.000 euros en impuestos. El problema para Obama es que Daschle no ha sido el primer caso, ya que ayer poco antes de su renuncia hizo lo propio Nancy Killefer --la candidata a zarina para vigilar las cuentas del Gobierno-- por haber dejado de pagar unos 700 euros en impuestos correspondientes a personas que trabajaban para ella.

Los dos casos se añaden al de Timothy Geithner, ya secretario del Tesoro, quien también dejó de declarar unos 30.000 euros, aunque eso no fue obstáculo para que el Senado lo confirmara en su cargo. En el caso de Daschle, la confirmación del Senado parecía encarrilada gracias a las buenas relaciones que el exsenador mantiene en la Cámara. Pero ha acabado renunciando.

La renuncia de Daschle es un duro golpe para Obama, por un lado, porque pone en duda el proceso de selección de candidatos. Por el otro, priva al presidente de un cargo de confianza con los suficientes contactos en el Capitolio para llevar a buen puerto una de las prioridades de su Administración.