La Casa Blanca no gana para tormentas. Tras la metafórica pero muy real provocada por la filtración de cientos de miles de comunicaciones diplomáticas por Wikileaks, una climatológica frustró ayer el encuentro entre Barack Obama, que viajó por sorpresa a Afganistán, y su homólogo en Kabul, Hamid Karzai. Los dos mandatarios pudieron solo hablar por videoconferencia durante 15 minutos. El mal tiempo impidió a Obama desplazarse en helicóptero desde la base de Bagram hasta el complejo presidencial, por lo que los dos mandatarios no pudieron intentar calmar en persona las tensas aguas en las que navega la ya compleja relación bilateral.

Los portavoces y asesores de Obama han tratado de enmarcar este viaje sorpresa y relámpago a Afganistán, el segundo desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca, en un empeño personal del presidente por mostrar su agradecimiento a las tropas desplegadas en un país donde EEUU lleva en guerra ya nueve años. No es difícil, no obstante, encontrar otros motivos para la visita.

Obama está a punto de recibir --se espera que a mediados de mes-- el análisis de cómo está funcionando la estrategia que diseñó hace ahora un año, por la que incrementó la presencia de tropas en 30.000 soldados hasta elevar la cifra hasta 100.000.

LA PUNTILLA Además, Kabul llevaba unas semanas lanzando mensajes críticos contra operaciones estadounidenses y por las muertes de civiles, que se han triplicado hasta superar el millar. Y Wikileaks ha puesto la puntilla al dejar al descubierto la desconfianza de Washington ante un aliado forzoso.

Los cables filtrados hablan de la rampante corrupción del Gobierno de Karzai en un país donde, se llega a decir, "todo está en venta". Describen al presidente afgano como un líder "indeciso" y "no preparado" y le acusan de haber aprobado la liberación de narcos y criminales.