El presidente de EEUU, Barack Obama, dio otro paso ayer en su apuesta por resituarse como actor en Oriente Próximo. Después de haberse reunido en abril con el rey Abdalá II de Jordania; una semana después de sentarse en la Casa Blanca con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y siete días antes de su esperado discurso en El Cairo, Obama recibió al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás. Y el eje de la conversación fue el mismo que ha dominado los mensajes de Washington en los últimos días: un llamamiento a Israel para que detenga toda ampliación de los asentamientos en territorio palestino.

Ya el miércoles por la noche, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que cenó con Abbás y se reunió con el ministro de Exteriores egipcio, Ahmed Aboul Gheit, había deletreado con la mayor contundencia hasta la fecha la postura de la Administración. "El presidente quiere ver una detención de los asentamientos. Sin excepciones, ni de algunos asentamientos, ni de puestos de avanzada, ni por crecimiento natural el término que usa Israel para justificar la ampliación de determinados asentamientos ante el aumento de su población. Esa es nuestra postura y la hemos comunicado claramente", concluyó Clinton.