Los presidentes de Francia, Nicolas Sarkozy, y EEUU, Barack Obama, y los primeros ministros del Reino Unido, Gordon Brown, y Canadá, Stephen Harper, rindieron hoy homenaje a los fallecidos en el Desembarco aliado de Normandía, del que se cumplen 65 años y pidieron que se recuerde y se siga su ejemplo.

Lo hicieron ante más de 9.000 invitados, 200 de ellos veteranos del "Día D", reunidos en el cementerio estadounidense de Colleville-sur-Mer, donde reposan los cuerpos de más de 9.000 fallecidos en aquella batalla que marcó el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial.

"El mejor homenaje que podemos hacerles es seguir luchando por los valores por los que ellos lucharon", afirmó Sarkozy en su discurso, mientras que Obama destacó "el ejemplo que legaron los valientes" que participaron en "un momento y un lugar en el que la valentía y el altruismo de unos pocos cambió el curso de todo un siglo".

Brown, que habló en nombre de su país pese a que también estaba en la ceremonia el príncipe de Gales, afirmó que las playas de Normandía son desde aquel 6 de junio de 1944 "un terreno sagrado" porque marcaron el inicio de "la victoria de la libertad sobre el holocausto".

Para Harper, la lucha de los soldados aliados en la playa de Omaha permitió "que se pueda vivir con la paz y la libertad con la que se vive en la actualidad".

Los cuatro dirigentes coincidieron en que el combate de los veteranos de Normandía debe continuar porque la humanidad sigue confrontada a retos.

"Estamos a mitad de camino de nuestro compromiso para crear la sociedad mundial por la que esos soldados dieron la primera batalla", dijo Brown.

Sarkozy aseguró que "las amenazas actuales son de otra naturaleza pero no menos graves" y citó el cambio climático, el hambre y la pobreza, el terrorismo y el fanatismo y las amenazas contra los derechos humanos y la democracia.

Los discursos fueron el punto culminante de una ceremonia minuciosamente cuidada para que simbolizara los lazos que se tejieron entre esos cuatro países en la Segunda Guerra Mundial.

Con las playas de Normandía de fondo y las miles de cruces blancas que jalonan el verde cementerio de Colleville-sur-Mer en primer plano, los cuatro dirigentes políticos mostraron su respeto por los que participaron en el desembarco.

Rezaron por su memoria, depositaron un ramo de flores, escucharon con emoción los cuatro himnos y las 21 salvas de honor lanzadas por cañones de cada país.

El silencio fue apenas roto por algunos aplausos y por las marchas militares que engalanaron el recuerdo de una fecha muy marcada en la historia de esos países.

Sarkozy condecoró a cuatro veteranos con la Legión de Honor y la ceremonia se acabó con un pequeño desfile aéreo.

Obama fue el centro de todas las miradas, dada la popularidad de la que goza el presidente estadounidense.

Además, ejerció de anfitrión pese a estar en Normandía, ya que los cementerios estadounidenses de Francia son considerados como territorio de ese país.

Su esposa, Michele, y la primera dama francesa, Carla Bruni-Sarkozy, también centraron parte de la atención, sobre todo cuando, en un medido gesto, acompañaron a algunos de los más ancianos veteranos para que ocuparan sus lugares entre el público.

Entre los invitados destacó el actor Tom Hanks, que interpretó a un participante en el desembarco de Normandía en la película de Steven Spielberg "Salvad al soldado Ryan" y que, desde entonces, cada año acude a Normandía.

Los Sarkozy y los Obama llegaron a Colleville-sur-Mer en sendos helicópteros tras haber compartido un almuerzo en Caen.

Brown y el príncipe Carlos participaron por la mañana junto con el primer ministro francés, François Fillon, en un oficio religioso en Bayeux, donde hay un cementerio militar británico.