Cuando todo es negro hasta el gris parece un rayo de luz. Ayer, por primera vez tras semanas de bloqueo político y enconado duelo que han obligado a un cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos y han acercado los fantasmas de una suspensión de pagos, republicanos y demócratas dieron el primer paso hacia una posible tregua. No hay acuerdo, pero al menos hablaron. Y acordaron seguir haciéndolo.

El Partido Republicano, que empezó la crisis bloqueando el presupuesto por una cruzada ideológica de su ala más radical contra la reforma sanitaria de Barack Obama y la extendió hasta poner en peligro la necesaria elevación del techo de la deuda el día 17, llevó a la Casa Blanca una propuesta. En ella ofreció alargar la capacidad de endeudamiento temporalmente, solo seis semanas, a cambio de que el presidente acepte negociar en ese tiempo cambios profundos para recortar el déficit a largo plazo y reformar el código fiscal. Lo que la oferta postergaba era la resolución del problema del cierre del Gobierno, que empezó el 1 de octubre y es el primero en 17 años en Estados Unidos.

Obama, que prefiere un acuerdo sobre la deuda que resuelva el asunto durante un año, se había mostrado dispuesto a aceptar la solución a corto plazo para un tema de trascendencia, no solo para la economía estadounidense, sino para la global. Pero en la reunión con los republicanos ayer forzó incluir en la conversación la resolución en paralelo (y no posterior) de la crisis del cierre parcial del Gobierno.

Ahí puede radicar la clave de que acabara sin acuerdo el encuentro de cerca de hora y media, tras el que 20 republicanos abandonaron la Casa Blanca sin hacer declaraciones. Pero posteriormente el líder de la mayoría republicana en la Cámara baja del Congreso, Eric Cantor, aseguró que había sido una reunión «muy útil». Y la Casa Blanca la calificó de «buena» en un comunicado, en el que explicó también que «después de una discusión sobre posibles vías para avanzar no se ha tomado ninguna determinación específica».

HUNDIDOS EN LAS ENCUESTAS / Las conversaciones continuaban anoche y marcaban, al menos, la apertura de un diálogo tras días de tenso enfrentamiento y parálisis. Y tras algunos sondeos late parte de la explicación de por qué ha comenzado. En una encuesta de Gallup, los republicanos logran solo el 28% de aprobación. En otra de The Wall Street Journal y la cadena NBC, el porcentaje era aún peor: el 24%, el peor resultado en los 24 años en que se ha realizado este sondeo.

La encuesta del Journal también mostraba una ligera subida en la aprobación de Obama (45%) y disparaba el suspenso de Ted Cruz, el senador tejano del Tea Party que enarboló la cruzada contra la reforma sanitaria del presidente, y que ha pasado de una desaprobación del 12% en mayo al 28% actual.

Los republicanos daban ayer muestras de empezar a reaccionar ante el golpe que el inmovilismo les puede suponer en las próximas elecciones legislativas del 2014 y abrían un camino más moderado, aun sabiendo que eso puede alimentar la guerra interna con su ala más ultraconservadora. Pero reaccionaban también intentando calmar a los mercados y demostrando ser conscientes de que poner en juego el crédito de EEUU, forzando la suspensión de pagos, es demasiado peligroso. Eso sí, su propuesta para elevar el techo de la deuda hasta el 22 de noviembre prohíbe al Departamento del Tesoro recurrir a las medidas extraordinarias que desde hace años usa para afrontar el pago de obligaciones pendientes una vez que alcanza su techo de endeudamiento.

ADVERTENCIA DEL TESORO / Los republicanos presentaron su propuesta horas después de que el secretario del Tesoro, Jacob Lew, advirtiera en el Senado de los graves peligros que implicaría no elevar el techo de la deuda el próximo día 17. Lew anunció que sin esa subida no podrá garantizar los pagos a nadie, ni a quienes tienen bonos ni a quienes cobran, por ejemplo, de la seguridad social.

En el gesto de los republicanos de ofrecer algo, no obstante, había también mucho de juego político. Como decía John Fleming, un congresista republicano, lo que ofrecían «no es un cambio de posición, es un cambio de calendario».