Ya pasó hace un mes con el proyecto legislativo en la Cámara de Representantes. Hizo falta hacer muchas concesiones para equilibrar la balanza de intereses y obtener el consenso necesario para sacar adelante la reforma sanitaria, que lleva meses dominando la agenda política de EEUU. En el Senado está volviendo a ocurrir algo similar. La versión que está a un paso de someterse a votación no incluye la opción pública que defiende la Administración de Barack Obama en un intento de sumar el voto del independiente Joe Lieberman, y sí contiene nuevas y duras restricciones a la cobertura del aborto, para lograr el apoyo del demócrata moderado Ben Nelson. En la Casa Blanca reconocían ayer que el texto final no es todo lo ambicioso que esperaban, aunque saben que hay demasiadas cosas en juego y que no pueden permitirse el lujo de dejar pasar la oportunidad. "Está a años luz de como estábamos hasta ahora", afirmaba David Axelrod, uno de los asesores de Barack Obama. "No es perfecto pero podrá mejorar con el tiempo", añadía a la NBC.

La popularidad del presidente ha caído y por primera vez desde que llegó al poder más de la mitad de la población desaprueba su gestión, sobre todo, por la crisis económica y por el debate sobre la reforma sanitaria.

La cifra mágica son 60 votos y parece que ya los tiene Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata. El objetivo ahora es aprobar el proyecto de ley antes del día de Navidad y para ello deberá pasar varios trámites en el Senado en las próximas horas. Se habla de una votación final a las 19.00 horas del 24 de diciembre (01.00, en España). Pero la del Senado no será la última batalla. Una vez resuelto el entuerto en la Cámara alta, y siempre con el permiso de los republicanos, la propuesta deberá armonizarse con el texto aprobado hace un mes por la Cámara de Representantes. Solo entonces podrá enviarse a la Casa Blanca para que Obama estampe su firma.