La ayuda internacional empezó a llegar ayer a la ciudad iraní de Bam, devastada por un terremoto que ha causado al menos 20.000 muertos y 30.000 heridos, un recuento todavía provisional que amenaza con incrementarse. Desbordados por la magnitud de la tragedia, los equipos de rescate iranís buscan hasta con las manos personas con vida entre las ruinas, mientras los supervivientes entierran precipitadamente a las víctimas para evitar epidemias y huyen de la ciudad, aterrorizados por la posibilidad de otro seísmo.

Equipos de socorro alemanes, turcos, suizos y británicos se sumaron desde ayer a primera hora a la ardua tarea de buscar personas con vida entre los miles de casas destruidas por el seísmo, mientras se esperaba la llegada de voluntarios de otra quincena de países. "Los iranís tienen necesidad de toda la ayuda que se les ofrezca", subrayó ayer Heriner Gloor, un suizo encargado de coordinar las operaciones de rescate, que reconoció "no haber visto jamás una cosa igual".

MEDICAMENTOS Y EQUIPOS El ministro de Sanidad, Masud Pezechkian, pidió a la comunidad internacional el envío de medicamentos y equipamientos médicos, en vez de voluntarios. "Hay tantos voluntarios que llegan de todo el país que tenemos dificultades para coordinarlos. Necesitamos sobre todo medicamentos, aparatos de ventilación y aparatos portátiles para radiografías", subrayó Pezechkian. Un portavoz del Gobierno iraní subrayó que se aceptará toda la ayuda internacional, incluida la de EEUU, pero no la israelí.

La búsqueda de supervivientes se desarrollaba ayer en condiciones muy difíciles, con temperaturas muy bajas y con cortes de agua y electricidad. La primera noche tras el seísmo fue de pesadilla para los equipos de rescate, que trabajaron a menos de cero grados y bajo la oscuridad.

Según testigos, por las calles de Bam se pueden oír lamentos de personas que siguen atrapadas entre los escombros. La agencia oficial Irna informó del rescate de una veintena de supervivientes, gracias a los perros socorristas del Ejército iraní, normalmente utilizados en la lucha contra el narcotráfico, y de los equipos de socorro alemanes.

Esta cifra se queda muy pequeña frente a los 5.500 cadáveres enterrados en la ciudad de Bam, para evitar la propagación de epidemias. El Ministerio de Interior iraní subrayó ayer que es muy pronto para ofrecer cifras provisionales de víctimas, dando a entender así que el recuento de 20.000 muertos y 30.000 puede ser peor. "El número de víctimas será mayor de lo anunciado", auguró el titular del departamento, Abodolvahed Musavi-Lari. "Tememos que el recuento mortal pueda llegar a doblar el actual cálculo de muertos", afirmó el gobernador de Kerman, Akbar Alaviel.

Según el Ministerio de Sanidad, unas 70.000 personas de las 100.000 que vivían en Bam han resultado muertas o heridas en el seísmo, que alcanzó una magnitud de 6,3 en la escala de Richter y que tuvo lugar de noche. Al igual que el 60% de construcciones de Bam, la prisión quedó destruida y sus 800 presos o han huido o han muerto.

El seísmo causó importantes daños también en las zonas rurales cercanas a Bam, donde viven unas 200.000 personas, informaron fuentes locales.