Hoy se cumple un año desde que el presidente de Estados Unidos, George Bush, declaró el fin de las operaciones militares de envergadura en Irak. En este tiempo, la violencia se ha extendido por todo el país en forma de ataques contra las fuerzas ocupantes y las nuevas fuerzas de seguridad iraquís, y de atentados indiscriminados contra la población civil.

Este abril ha sido el más sangriento desde el inicio de la invasión de Irak. Más de 130 militares de EEUU han muerto en acciones de combate en los últimos 30 días, cuando en la guerra murieron sólo 109. La suní Faluya y la shíi Nayaf son los frentes que cristalizan el odio contra los ocupantes. Faluya ha soportado un cruento asedio de un mes. En los bombardeos han muerto 300 civiles, según fuentes oficiales, y más de 600, según fuentes médicas.