En estos tiempos de gatillo fácil y de amenazas apocalípticas, reconforta comprobar que la diplomacia existe. A la chita callando, Europa trabaja desde hace mucho tiempo en la búsqueda de una solución justa para Kosovo. Sin darnos cuenta, en un futuro no muy lejano podemos asistir al nacimiento de un ente, aún por definir, impensable hace seis años. La muerte de Rugova no ayuda, como tampoco favoreció a la transición de Serbia el asesinato de Djindjic. Pero la diplomacia siguió y sigue allí.

*Periodista.