El nombre del capitán y futuro presidente se hace verbo más allá de Brasil. "Bolsonarizarse" es la acción que reclaman unos y temen otros en tres países fronterizos a pocas semanas de que la ultraderecha suba al poder en el gigante sudamericano. Los analistas se preguntan si es posible una versión argentina, uruguaya boliviana o chilena de Jair Bolsonaro que se sume a la corriente ideológica que atraviesa parte del mundo, desde Donald Trump, en Estados Unidos, a Matteo Salvini, en Italia; de Viktor Orban y Mateusz Morawiecki , en Hungría y Polonia, respectivamente.

En Argentina, tanto un sector del Gobierno como una parte de la oposición peronista decidieron entonar la misma melodía con ritmos brasileños que exalta la dureza policial y el disparo por la espalda al ladrón de poca monta, a la vez que señala al inmigrante como peligro potencial. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, consideró que las "personas de bien" tienen derecho a estar armadas "si están autorizadas legalmente".

Alfredo Olmedo, un diputado de la norteña provincia de Salta, una de las más pobres del país, ha reclamado para sí la condición de "bolsonarista" puro. Exalta a los militares de la última dictadura (1976-83) y exige una policía implacable. A pesar de haber protagonizado una trifulca en público con su exesposa y su hija, después de haber sido descubierto 'in fraganti' con otra mujer, se presenta como el restaurador de los valores cristianos y familiares que la "ideología de género", dice, han destruido.

Como Bolsonaro, se convirtió al evangelismo pentecostal. A diferencia del futuro mandatario brasileño, cambió las aguas purificantes del río Jordán por una piscina de plástico. Olmedo fue proclamado candidato a presidente por un grupo de pastores. La ceremonia se interrumpió al hundirse el palco con todos los presentes. Dijo que eso fue una señal divina. El legislador acaba de protagonizar un accidente automovilístico en una carretera bonaerense.El conductor del carro que lo embistió falleció y él, ileso, sugirió que fue otra protección de la Providencia. "Tengo dudas de si fue intencional. La justicia determinará si fue otra cosa, espero que no lo sea", dijo y dejó en el aire la posibilidad de una conspiración en su contra en la que nadie cree.Según una reciente encuesta, Olmedo tiene una popularidad del 5,8%.

"Estuve hace quince días en Uruguay con los compañeros de la dirección del Frente Amplio. Les dije que esto iba para allá", advirtió Tarso Gerno, uno de los históricos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT), en relación a la ola bolsonarista. Una encuesta de la consultora Equipos dio cuenta que un 14% de los uruguayos tienen una visión positiva del capitán retirado. El empresario Edgardo Novick, quien años atrás compitió por la alcaldía de Montevideo, quiere seguir su senda en las presidenciales de 2019. Pablo Perna lanzó a su vez su precandidatura por el Partido Colorado bajo la consigna "plomo para la delincuencia".

Evo Morales ha puesto a andar toda la maquinaria del Estado para garantizarse una nueva reelección el año venidero. El expresidente Carlos Mesa se presenta como una alternativa moderada. Pero, a la par, los medios de prensa opositores han empezado a darle un espacio a Norma Piérola, una legisladora que también quiere mirarse en el espejo de Bolsonaro. Ella representa a un sector del Partido Demócrata Cristiano y quiere pelear la presidencia con el lema "Dios, patria y hogar".

Un general del Ejército retirado, Marco Bracamonte, se disputa ese espacio con Piérola y reivindica las coincidencias con el capitán brasileño como su condición de evangélico. Experto en artes marciales y esgrima, cultor del fisiculturismo, pastor ocasional, asegura que tratan de impedir su llegada al Palacio Quemado, como se conoce la sede del Ejecutivo. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) le denegó la personería jurídica a su partido Patriotas por la Transformación (PPT).

En Chile, el exdiputado José Antonio Kast, un pinochetista confeso, ha resuelto convertirse en interlocutor de Bolsonaro, con quien se encontró en Brasil. La experiencia brasileña, señalan algunos analistas, puede ser irrepetible. Pero también avisa que los personajes marginales, subestimados y objeto del sarcasmo, en medio de una crisis de representación política, encuentran condiciones para convertirse en otra cosa. Una amenaza.