La Acrópolis, iluminada, y a lo lejos, acercándose desde atrás, largas lenguas de fuego. La imagen, imponente, casi bella, aterrorizaba anoche a los habitantes de Atenas. Por la mañana, los ciudadanos de la capital griega ya habían empezado a respirar ceniza mientras miraban a su monumento, universalmente conocido, sobresalir entre una nube de humo tan espeso como negro.Grecia lleva tres días en llamas y, para mayor alarma, ayer se plantaron a las puertas de la capital. El fantasma de la catástrofe del 2007, con 180.000 hectáreas quemadas en 10 días y 65 fallecidos, congela la respiración del país entero.Fue el viernes cuando el fuego empezó a desplazarse, ya descontrolado, tras prender en la localidad de Grammatikos, a unos 40 kilómetros al noreste de Atenas. Durante todo el sábado fue desarrollando su imparable carrera hacia la capital, ayudado por las altísimas temperaturas y las fuertes ráfagas de viento, dejando a su paso bosques arrasados y miles de personas evacuadas, a veces a la fuerza, antes de que sus casas fueran pasto de las llamas. Localidades del área metropolitana de Atenas, como Aghios Stefanos, Anthoussa, Pallini y Dionyssos, todas ellas a una distancia aproximada de 15 kilómetros de la capital, fueron ayer las más castigadas por las llamas, al igual que el monte Pendelis, considerado el pulmón verde de la metrópolis. Más de 15.000 personas tuvieron que abandonar sus residencias.La tensión alcanzó su máxima intensidad cuando las autoridades iban, puerta por puerta, instando a las gentes a salir de sus hogares con lo puesto. Campamentos de veranos de niños, un hospital y dos clínicas psiquiátricas fueron evacuadas de forma preventiva.PULSO AL GOBIERNO El fuego también ha venido a acosar, más si cabe, al Gobierno conservador del primer ministro Costas Caramanlis. A poco más de medio año de las próximas elecciones, previstas en marzo del 2010 y tras una legislatura de intensa conflictividad social, la gestión de esta nueva crisis natural puede convertirse en decisiva para su futuro político.Las llamas van a convertirse en un examen para el Gobierno, el mismo que estuvo al frente de los mortíferos incendios del 2007. Entonces, pese a la magnitud de la catástrofe y las durísimas críticas de la oposición, Caramanlis ganó las elecciones solo dos meses después de que el país ardiera.En esta ocasión tiene más tiempo para recuperarse sin perder de vista que los últimos sondeos situaban a su Gobierno, que tiene mayoría parlamentaria por solo un escaño, detrás de la oposición socialista. Caramanlis, que ayer sobrevoló en helicoptero la zona afectada y convocó de urgencia a su Gabinete, aseguró que se están enfrentando a una «terrible experiencia» mientras alababa el titánico trabajo de los equipos de extinción y dejaba claro que la prioridad es «proteger vidas humanas».Pero sus explicaciones no pudieron evitar las primeras cargas de partidos opositores. Fue el caso del líder del partido de extrema derecha Alerta Ortodoxa Popular, Georges Karatzaferis. «Nadie ha aprendido nada de los grandes fuegos del 2007», dijo antes de añadir: «Es un inmenso desastre y la coordinación no está siendo la mejor».«NOS VAMOS A QUEMAR VIVOS» Los testimonios de las personas cercadas por las llamas, muchos de ellos facilitados vía telefónica a cadenas de televisión estatal, daban cuenta ayer de la gravedad de la situación. «Nos vamos a quemar vivos», gritaba, desesperado, un habitante de Maratona, un pequeño núcleo en la zona afectada, para, a renglón seguido, añadir: «Nos quedaremos aquí para proteger nuestras casas después de enviar a los niños a un lugar seguro».Muchos testimonios planteaban el denominador común de la ausencia de los equipos de extinción y daban cuenta de la impotencia de los ciudadanos a merced de las llamas.INVESTIGACIÓN JUDICIAL El engranaje judicial también empezó ayer a funcionar con el objetivo de investigar el origen de los fuegos para poder determinar si tienen visos de ser provocados con fines de explotación inmobiliaria. Es la opinión que sostienen muchos de los alcaldes de la zona afectada. Las autoridades aconsejaron ayer a los atenienses que estaban pasando el fin de semana fuera de la capital que evitaran, en lo posible, volver a sus hogares porque algunas vías de acceso estaban especialmente amenazadas por la cercanía de las llamas, así como los accesos por tren. La federación griega de fútbol suspendió todos los partidos.