El conflicto iraquí conoció ayer otra vuelta de tuerca, que situó por primera vez a las iglesias cristianas en el punto de mira de los grupos armados. Cinco centros de culto fueron objeto de atentados con coche bomba, cuatro en Bagdad y uno en Mosul, en un breve espacio de tiempo y coincidiendo con los oficios religiosos vespertinos del domingo. Hubo entre 5 y 15 muertos y medio centenar de heridos.

En Bagdad, el primer coche bomba estalló en el céntrico barrio de Kerrada, junto a una iglesia armenia. Quince minutos más tarde, una segunda explosión afectó a una iglesia siria en la misma zona. Las detonaciones hicieron temblar las paredes de los hoteles Sheraton y Palestina. Grandes columnas de humo podían observarse en el cielo de la ciudad poco después de las explosiones, que provocaron sendos incendios. Según fuentes de seguridad iraquís, los dos coches estaban conducidos por suicidas y hubo al menos dos muertos y 22 heridos.

AL SALIR DE MISA La tercera y cuarta explosiones se escucharon después. Los objetivos fueron una iglesia y un convento del rito caldeo en el barrio de Doha, en sur de Bagdad. Y según fuentes que no se pudieron confirmar, el coche bomba que estalló en el párking de la iglesia de San Elías, justo a la hora en que la gente salía de misa, causó al menos 12 muertos.

En la conflictiva ciudad de Mosul, en el norte de Irak, dos explosiones sacudieron la iglesia de Sant Markus, también de rito caldeo. Al menos una persona murió. En Kirkuk, también se registró una explosión en una zona habitada por cristianos.

En Irak viven unos 800.000 cristianos, la mayoría en Bagdad, y hasta ahora, sólo las tiendas en las que suelen vender bebidas alcohólicas habían sido objeto de agresiones.

Pero, además de los ataques contra los templos cristianos, la violencia que caracteriza la caótica posguerra iraquí tuvo ayer también otras expresiones. En Mosul, un piloto suicida al volante de un todoterreno se lanzó a toda velocidad contra un puesto de control de la comisaría de Summarh. Cinco agentes murieron y hubo 53 heridos, muchos de ellos civiles. En el lugar de los hechos se podían observar cinco vehículos envueltos en llamas, varias tiendas afectadas y regueros de sangre.

También en pleno centro de Bagdad, dos iraquís murieron y otros dos resultaron heridos, entre ellos un chófer de la BBC británica, al explotar una bomba poco después de que pasara por el lugar un convoy de EEUU. En la ciudad de Ramadi, tres civiles resultaron heridos al verse atrapados entre el fuego cruzado de policías e insurgentes.

La noche del sábado fue sangrienta en la ciudad suní de Faluya, cuna de la insurgencia iraquí. Al menos una decena de personas fallecieron y 27 resultaron heridas en los combates entre marines estadounidenses, en una de las principales calles de la ciudad. En Samarra, un soldado de EEUU murió al explotar una bomba al paso de su convoy.

RIAD CONCRETA En este caótico escenario, el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, el príncipe Saud al-Faisal, concretó la propuesta de despliegue de una fuerza árabe en Irak, realizada por su Gobierno la semana pasada. Según Al Faisal, esta fuerza debería reemplazar a la coalición dirigida por EEUU, debería ser desplegada con el consenso de las autoridades iraquís y actuar bajo el paraguas de las Naciones Unidas.