Con cautela, sin un rechazo rotundo pero condicionando su apoyo a otras exigencias. Esa fue la reacción de Israel a la desesperada oferta del Líbano de desplegar a 15.000 soldados regulares en el sur para hacerse cargo de la zona fronteriza y acabar con el dominio militar de Hizbulá. "Esta decisión es un paso interesante que tenemos que estudiar en todas sus implicaciones, ver si es práctica y en qué periodo de tiempo se llevaría a cabo", declaró el primer ministro israelí, Ehud Olmert, quien añadió: "Cuanto antes dejemos el sur del Líbano más felices seremos, especialmente si hemos conseguido nuestros objetivos".

Con su decisión de reclutar a reservistas para desplegarlos en el sur, el Gobierno libanés de Fuad Siniora --con el visto bueno de los dos ministros de Hizbulá-- se convierte en el primer Ejecutivo de Beirut que expresa su voluntad de imponer su soberanía en la zona fronteriza, y marca un importante salto cualitativo en la estrategia libanesa. Hasta el momento, Beirut proponía desplegar sus tropas solo después del fin de la ofensiva israelí y tras un acuerdo que incluyera un intercambio de prisioneros, mientras que ahora lo ofrece simplemente para lograr el alto el fuego. Es la forma con la que el Líbano intenta que en Nueva York se incluya, dentro de la resolución de la ONU, la exigencia de que Israel retire sus tropas.

INACEPTABLE Siniora sabe que una resolución que no exija la retirada israelí es inaceptable para Hizbulá y, por tanto, inútil para poner fin a las hostilidades. En cambio, a Israel la presencia por sí misma del Ejército libanés no le garantiza nada, por lo que Olmert exigió que vaya acompañada del desarme de la milicia chií y la presencia de una "fuerte" misión internacional. De ahí que, en un tono brusco, la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, conminara ayer a Siniora a "secarse sus lágrimas y empezar a trabajar para crear un futuro mejor para esos civiles por los que llora".

Civiles que siguen muriendo en el Líbano en una rutina desoladora. Ayer fallecieron 14 en un bombardeo israelí en la aldea de Ghaziyeh, en el sur, cuando el Ejército hebreo bombardeó una zona cercana en la que transcurría el funeral por las 15 personas fallecidas en otro bombardeo el día anterior. Los combates en el sur prosiguieron un día más, y en el bando israelí dejaron tres soldados muertos. Hizbulá, por su parte, disparó unos 150 cohetes contra el norte de Israel, hiriendo a dos personas.

SIN CONVOYES para agravar más la situación humanitaria, la ONU anunció que deja por el momento de enviar convoyes con ayuda al sur a causa de la precaria seguridad existente. El Ejército israelí volvió ayer a lanzar panfletos en los que se advierte de que los 18 kilómetros que hay desde el río Litani hasta la frontera se considera zona de guerra y que cualquier coche que circule por allí será destruido. Y es que, mientras la diplomacia sigue su camino, la guerra continúa, y el Estado hebreo está culminando los detalles para desplegar sus tropas hasta el río Litani en el caso de que los esfuerzos en la ONU fracasen.