Todo sigue en el aire en la provincia de Kosovo, formalmente aún parte de Serbia aunque habitada mayoritariamente por albaneses, a la espera de un casi imposible compromiso entre las dos comunidades que habitan el enclave. El plan de la ONU desvelado ayer por el enviado especial de la organización, el finlandés Martti Ahtisaari, no menciona la palabra independencia, tal y como aspiraban los albaneses, ni tampoco hace referencia a la soberanía serbia del territorio, aunque concede a Kosovo prerrogativas y símbolos propios de un Estado independiente, como una Constitución, bandera, himno y acceso a organismos que agrupan a países soberanos.

Ahtisaari admitió que existen escasas posibilidades de pacto en los encuentros que mantendrán representantes serbios y albaneses en Viena en febrero, antes de que el plan sea enviado al Consejo de Seguridad para su votación. "No soy terriblemente optimista", dijo Ahtisaari. El propio funcionario de la ONU recordó las "posturas inamovibles" que han impedido hasta ahora un compromiso entre kosovares.

Ahtisaari viajó ayer hasta Belgrado y Pristina para entregar personalmente sus propuestas. En la capital serbia se encontró con un rechazo frontal por parte del presidente, el proeuropeo y reformista Boris Tadic: "El plan Ahtisaari abre la posibilidad de un Kosovo independiente; Serbia y yo mismo, en calidad de presidente, no aceptaremos jamás la independencia de Kosovo". El primer ministro serbio, el nacionalista moderado Vojislav Kostunica, ni siquiera recibió al mediador. Después, declaró a la agencia Tanjug que el plan era "ilegítimo" y que Ahtisaari había excedido su mandato.

PORTAZO DE KOSTUNICA El portazo de Kostunica y las tensas reuniones de la capital serbia se transformaron en parabienes al llegar a Pristina. "Kosovo será soberano como cualquier otro país", declaró el presidente kosovar, Fatmir Sejdiu. El primer ministro, Agim Ceku, afirmó que el documento "es muy claro sobre el futuro" del territorio.

Entre los restantes puntos del plan Ahtisaari , se encuentra el nombramiento de un enviado internacional, con poder para vetar legislación y destituir a funcionarios y a dirigentes. Los 100.000 serbios y miembros de otras comunidades que siguen en Kosovo tendrán una amplia autonomía y un porcentaje de representación en el Gobierno, Parlamento, la policía y el funcionariado. Habrá un miniejército de 2.500 miembros.

PROTECCION AL PATRIMONIO Otro aspecto clave del plan es la protección del patrimonio histórico de la Iglesia ortodoxa serbia. Se crearán zonas protegidas alrededor de edificios y monasterios, y esta Iglesia gozará de exenciones fiscales.

La comunidad internacional, excepto Rusia --que tiene derecho de veto en la ONU-- se apresuró a dar la bienvenida a las propuestas. Son "justas y equilibradas", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Sean McCormack. El Grupo de Contacto no aceptará la partición del territorio.